El entretenimiento de este fin de semana lluvioso lo he copiado de una página que sigo en facebook que se llama "vaya face". Se trata de adivinar, mirando los dibujitos, el título de la película que representan.
Os advierto que no tengo la solución, así que tendremos que adivinarlos entre todos. Yo, para que sirva de ejemplo os diré que creo que el 2) es "Desayuno con diamantes" donde Audrey Hepburn se paseaba con un vestido negro elegantísimo y donde me puede la envidia a ese estilazo y ese glamour.
Ánimo
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sábado, 29 de septiembre de 2012
miércoles, 26 de septiembre de 2012
La friendzone
Algunos días, cuando el revuelo hormonal le permite cierta
tranquilidad, mi hija adolescente se sienta, después de comer, a contarme el acontecer de sus jaleos de
pandilla, las nuevas afinidades o las antiguas rencillas propias de la edad,
una montaña rusa de sentimientos hacia sus amigas a las que adora hasta el
punto del chachi piruli o con las que de pronto ya no se lleva.
Yo, como madre cotilla que se precie, siempre tiro un
poquito por el tema de los amoríos. Reconozco que me hace mucha gracia saber
con quien anda enamoriscada cada quien, sobre todo porque a muchas de esas
nuevas parejas las conozco desde que iban en andador y todavía no tenían dientes.
Ayer le pregunté por la situación sentimental de una de sus íntimas,
así como la que no quiere la cosa, no tanto por cotillear a la chiquilla, sino
para ver si detrás de la historia de la amiga, soltaba algo de ella misma, que
al fin y al cabo es lo que me tiene en ascuas.
“Fulamita está en la friendzone”, me dijo sin dar más
explicaciones. Yo que “ni papa” de inglés y muchísimo menos de esas jergas que
ahora usan, sólo alcancé a soltarle algo así como un “vaya por Dios” desvaído,
sin mucha fuerza, más que nada por no arriesgarme a meter la pata y porque en
el tono supe enseguida que eso de la friendzone no debía ser nada bueno.
Como de tonta no tiene un pelo y enseguida se dio cuenta de
que yo estaba fuera de juego, me explicó que ese anglicanismo que me había
soltado viene a ser aquello tan viejo de al que me gusta no le gusto y lo que
quiere es ser mi amigo.
Ah! ya…le dije yo así ya como muy subidita ¿no?, como en
plan ahora sé de lo que hablamos.
Pero claro, luego me quedé dándole vueltas al coco y
pensando en cómo ha cambiado todo y al fin y al cabo en como todo es lo mismo.
Supongo que la diferencia es que eso de la friendzone ,que no sé si es un
estado del facebook, un grupo del tuenti
o una nueva red social, aunará ahora en alguna nube virtual, los sentimientos y
los lloros del amor no correspondido que a los quince se vuelven trágicos.
También me paré a pensar en que si a mí me coge de nuevas,
yo que me considero una usuaria activa de una gran parte de lo que nos ha
traído internet, no os voy a contar lo que debe sentir alguien de la generación
de mis padres cuando tienen que asimilar un paquete de información tan grande de la mano de una gente
tan menuda.
Hace unos días una de mis tías, hermana de mi madre, estaba
en una comida familiar con sus hijas, nietos y hasta un bisnieto que acaba de
nacer. Ella veía que su nieto, justo enfrente suya en la mesa, pasó una comida extraña.
Todo el tiempo con la cabeza gacha, sin hablar prácticamente nada…raro, muy
raro.
A la hora del café le faltó tiempo para coger a su hija por
banda y comentarle el disgusto que estaba pasando. Yo no puedo ni comer de ver
al niño tan pensativo y tan triste, le decía la pobre a su hija muy
consternada.
Mi prima, en vista del sofocón que tenía su madre, fue a
hablar con el “niño” (que ya tiene 20) a ver cuál era el motivo de la alarma,
volviendo muerta de risa por lo que había averiguado. El chaval llevaba toda la
comida con el móvil sobre las piernas hablando por el WhatsApp.
Su madre la miró con cara de quedarse tranquila, como
entendiendo. Hacía gestos de asentimiento, contenta la pobre mujer de que no
hubiera motivo de susto.
-Y digo yo, hija -le preguntó en un arranque de curiosidad
cuando ella ya se iba- y eso que tú dices del guasa ese que tiene el niño, eso
¿qué es lo que es?
sábado, 22 de septiembre de 2012
ENTRETENIMIENTOS
Bueno, a ver si vamos retomando las buenas costumbres. Hoy como entretenimiento os voy a dejar un texto pequeñito con el que he quedado finalista en un certamen literario de microrrelatos. A ver qué os parece
martes, 18 de septiembre de 2012
Atiborrados de noticias
Parece que de nuevo ha ocurrido un fenómeno que no deja de
ser curioso. Tras un verano sin novedades, apático, adormecido en el sopor hasta
para lo importante, septiembre empieza fuerte atiborrándonos de noticias.
Ayer, sin ir más lejos, nos quedamos sin esperanza. No
hombre, no, a pesar de la pequeña trampilla de la minúscula en la letra, no me
refiero en esta entrada a ese sustantivo precioso que según dice la gente es lo
último que se pierde. Hoy me refiero a Esperanza, a nuestra Aguirre. Ha dicho
que se va de la política porque quiere vivir, y con ella se lleva un sinfín de
despropósitos verbales y la oportunidad de hacernos reír, por no llorar, con lo
esperpéntico y rancio de su discurso.
Un rato he estado yo reflexionando sobre ese anuncio suyo,
escueto y extraño por el que ya están corriendo ríos de tinta en la red y sobre
el que se ciernen tantas especulaciones como lectores. Hay incluso quien
entrevé detrás (no lo quiera San Judas Tadeo), una aspiración mucho más alta,
disfrazada de renuncia y envuelta de la idea conspiratoria de un salto a la
presidencia del Gobierno.
A mí lo que me ha llamado la atención es esa frase que ha
dicho aludiendo a su enfermedad como causa de la renuncia. “Quiero vivir”, ha
manifestado volviéndose humana y accesible.
Ya alguna vez os he comentado en alguna entradita que hay
una teoría con la que hace muchos años vivo. Más que una teoría es una
creencia, una forma de ver la vida. Pienso que si hay algo que une a la gente,
a la rica y a la pobre, al inteligente y al torpe, al analfabeto y al culto es
la enfermedad y la muerte. Ante esas dos circunstancias el dolor te encuentra desnudo,
sin pertenencias, sólo con indefensión y miedo. Por eso las personas que han
pasado por una desgracia, siempre sienten empatía hacia el que está en su misma
situación, supongo que es algo que forma parte del ser humano. “Quiero vivir”, decía,
y por un momento me costó imaginar a alguien que está enferma y se aferra a esa
ilusión, firmando un decreto para negar la sanidad a otro enfermo, basándose para
ello en la diferencia de tener o no carnet de identidad o en el color más o menos
oscuro de la piel en la que habita.
Hoy, por quedarnos también nos hemos quedado sin Carrillo.
Noventa y siete años de compromiso y una lucidez que me desarmó, conociendo su
edad, en la última entrevista en la que le oí dar su opinión sobre la vida.
Paracuellos, Paracuellos, voceaban toda la tarde a modo de epitafio en una de mis “cadenas
de televisión favoritas” (por favor léase con sorna). Que digo yo que para
estar en contra de la Memoria Histórica, a éstos no se les ha olvidado lo que
no les interesa.
Y como colofón a todo el lío que hay en España, septiembre
ha traído con él la Diada y las reivindicaciones del nacionalismo catalán,
proceso que me parece terrorífico porque las versiones, los análisis económicos
y las predicciones sobre lo que pasará después son tan equidistantes como lo
son las ideas políticas de los especialistas-políticos-economistas que exponen
su teoría.
En fin, que no me extraña que Rajoy tenga cada vez más
acusado el tic que paraliza sus ojos dejándolos en una mirada infinita. Pobre
criaturita.
sábado, 15 de septiembre de 2012
UN NUEVO CURSO
Parece que el inicio de curso va comenzando. Unos antes y otros
después, dependiendo del nivel de dificultad al que este septiembre se
enfrenten, nuestros estudiantes han vuelto a retomar las mochilas y las
carpetas de empapelar mitos y guardar secretos, y andan revueltos comprobando
listas y asimilando cambios.
Creo que desde el punto de vista de madre este es el mejor
momento del año. El curso empieza, la rutina se hace dueña de la casa y nos da
un respiro, por fin, para ventilar cuartos y ordenar armarios. De momento el
agobio de los deberes sin hacer y los temas sin estudiar no han tenido tiempo
de venir a molestar desde un rincón donde los guardamos después de la tormenta
de los últimos exámenes, y los vestigios relajantes del verano todavía nos
tienen ocupadas las retinas con una luz brillante con la que nos hemos
encargado de poner a punto el diodo emocional de nuestras pilas.
Tengo que confesar que algunas veces echo de menos aquella
sensación de empezar otra etapa y recuerdo con nostalgia los olores a plástico
de forrar y a madera de aula cerrada con la que nos recibían esos primeros días
de curso, aquellos primeros tiempos de niña. Todo era nuevo, todo era tan igual
y a la vez tan diferente que al mirar hacia atrás hay un tono de melancolía que
envuelve aquel tiempo, como si miráramos hacia nuestro interior con el color de
las cámaras de fotos antiguas, con el tono sepia de lo que ya no volverá pero
que siempre será nuestro.
Evidentemente con aquellos recuerdos llegan las personas,
compañeros a los que ya no reconoceríamos si viéramos por la calle o amigos que
lo siguen siendo y que han madurado a nuestra vez, tanto que ahora se alegran
de volver a la rutina, como yo, tal vez para sentir esta vez en corazón ajeno
aquella dulce sensación de regresar.
Qué no daríamos ¿verdad? por tener como problema a un tutor
muy exigente, a un compañero pesadito o un conserje protestón. Qué no haríamos,
ahora que sabemos de verdad lo que es la vida, por volver a soñar con la
excursión de fin de curso, por volver a recorrer aquel recreo y por sentir el
corazón con su mirada.
Espero que este nuevo curso de la vida que empieza nos
traiga a todos los éxitos y la alegría que nos merecemos, esos que parecen que
dejamos entre las tizas de pintar en la pizarra y los lápices de dibujar el
futuro.
Feliz curso nuevo y mucha suerte.
domingo, 9 de septiembre de 2012
Ecce Homo de lentejas
No me cabe ninguna duda de que el cerebro humano no tiene límites
cuando se habla de creatividad. Si además esa creatividad se utiliza para reírse
a gusto de algo o mejor aun de alguien, ahí es donde se supera con creces la
barrera del sonido y la velocidad de la luz en cuanto a “cachondeo” (con perdón)
ajeno. Si no, fijaros en esta última versión del “famoso estropicio” que me
encontré ayer por la red, lentejas al Ecce Homo le ha puesto el cocinero al
plato con un arte que la verdad es digno de resaltar.
Lo que ocurre es que a mí con este tema se me atraviesa la
risa, supongo que un poco por deformación profesional y un mucho porque me
duele en la zona pequeñita de intelecto que he sido capaz de desarrollar.
Me cuidaría yo mucho de andar hurgando en la herida y hacer
chiste fácil con la pobre señora de ochenta años, que cumpliendo a raja tabla
con esa premisa de que la ignorancia es muy atrevida, se decidió pincel en mano
a dejar bonita aquella imagen que se estaba estropeando cubierta de humedad. Y
ni siquiera soy capaz de imaginar el disgusto y el mal rato que aquella señora
se llevaría a casa, cuando la imagen del Cristo (un temple que había sido
pintado con muy poca preparación del fondo según dicen los expertos), empezó a
diluírsele probablemente por el agua, vete tú a saber qué producto de limpieza
o simplemente una bayeta con la que lo frotó.
Pero el choque de la razón que me ha producido todo este
tema, es el tratamiento que se le ha dado y la imagen que han ofrecido los
medios de comunicación. No me refiero a programas de humor ni a las redes
sociales donde el tema puede ser tratado de forma divertida porque es verdad
que el resultado del desmán tiene su gracia. Yo me refiero más bien a periódicos
de tirada nacional e informativos de los de “la hora de comer” que han hablado
hasta la saciedad del suceso.
En primer lugar, no se puede llamar a esta señora “la
restauradora” de…como se llame el pueblo. Señores, ni esta mujer es
restauradora (eso es una profesión muy seria) ni ha realizado en la obra ningún
tipo de restauración porque no tiene conocimientos de la Ciencia y la Técnica necesarios
para ello.
Por otra parte, en ningún momento he oído hablar de pedir
responsabilidades. Es verdad que bastante tiene la pobre mujer para darle el
susto de ponerle una multa, no es esa mi intención. Pero en esa Iglesia había
un párroco que debería de haber actuado para proteger un patrimonio cultural
que es de todos y que tenía bajo su custodia. Porque no olvidemos que el edificio es del siglo XVI y que si esta vez le tocó a esta pintura, mañana o tal
vez ayer quizás el desvarío se lo hubiera causado al retablo, a la sillería de
coro o a cualquier otro elemento (no he visto la capilla y no sé de qué se
compone el inventario), muchísimo más valioso.
Sé que el lugar del sentimiento desde donde hablo no puede
ser imparcial porque he tenido la suerte de ver a un profesional restaurar
una obra de arte. Es un trabajo minucioso, científico, milimetrado, respetuoso
al máximo con la intención estética del autor…una combinación perfecta entre la
profesionalidad y el sentimiento.
Me duele que los andaluces, España y el mundo no sepan
que ahí cerquita, en La Cartuja de Sevilla tenemos una Institución (Instituto
Andaluz del Patrimonio Histórico) reconocida y valorada en un ámbito científico
que no tiene nunca la repercusión que debería y en cambio, todo el planeta esté
enterado de que una anciana cometió un error y que un pueblo está dándole
vueltas a ver como puede aprovecharse de ello. En fín…
Sé que no puedo transmitiros la sensación de verlo en
persona porque es imposible, pero dejo un vídeo para dar una idea de cómo se investiga de verdad en una Institución seria para la que me
siento muy orgullosa de haber trabajado.
Os informo que hay jornadas de puertas abiertas de vez en
cuando, así que si a alguien le interesa no debe perdérselo y si no es factible ir a Sevilla, sólo tenéis que poner el nombre en youtube y ver los vídeos, os aseguro
que es un lugar “mágico”.
miércoles, 5 de septiembre de 2012
UNA NOVELA Y UN CLUB DE LECTURA
Desde que comenté que he escrito una novela, muchos de mis
amigos me han preguntado con curiosidad sobre
el tema. Diría yo que puedo imaginarme incluso, en algunos casos, las sonrisas
cariñosas de algunas caras pensando en preguntarme sobre el lío en el que me
he metido ahora.
“La culpa” de todo la tienen mis amigas del club de lectura.
Tengo que agradecerles una fe ciega en mi inquietud por la literatura que les
hace empujarme a embarcarme en alguna que otra aventura. “Tienes que escribir
algo más largo”, me decían en cada reunión. “¿Tú te imaginas que alguna vez
comentáramos una novela tuya?”, me pinchaba la diablillo del grupo.
Así que un día, una que hace las cosas sin encomendarse a
nada ni a nadie, me senté a escribir una historia.
La verdad es que era algo que ya me rondaba por la cabeza
desde hacía un tiempo. Ahora que mi “paro” me parece más permanente que nunca,
me estoy empezando a plantear participar en todos los certámenes literarios que
aparezcan por la red, siempre que no suenen a timo o que lleven implícito un
premio económico. Y como los premios más jugosos son obviamente para las
novelas, pues me dije, allá voy.
A partir de ahí, la principal dificultad fue imaginar una
historia que pudiera tener interés suficiente para ganar un certamen, conjugar
los ingredientes mágicos necesarios para elaborar una poción que de alguna
manera supusiera un toquecito al sentimiento, algo que emocionara y sobre todo
que enganchara al lector y sobre todo a los miembros de un jurado literario.
Así surgió una historia con una trama central basada en el
amor y en la solidaridad, a partir de la que se cuentan las historias de una
serie de mujeres, estereotipos de muchas que podemos encontrarnos a la vuelta
de cualquier esquina y con la que mis lectoras se iban identificando a medida
que las conocían.
Sí, porque tengo que decir que la novela ya ha tenido
lectoras. Y eso ha sido lo mejor de todo.
A medida que la escribía, mis hermanas y dos amigas iban
recibiendo los folios, a veces de diez en diez, para que me dieran una primera
opinión y me pasaran la primera criba. Y luego, en forma de fuegos artificiales
y fiesta por todo lo alto, mi club de lectura dedicó una de sus reuniones a
hacer la crítica, sencilla, con matices, como hemos hecho hasta ahora con
libros de autoras como María Dueñas o Julia Navarro, pero esta vez le tocaba a
mi humilde persona.
Tengo que decir que sólo por esa tarde, merece la pena
haberme metido en esta aventura. Da igual que nadie más la lea o que todo se
diluya en la mentira de este mundillo cerrado en el que sólo un grupito
publica. Aquella tarde tuve la enorme suerte de sentirme por primera vez
escritora.
Se analizaron los personajes, se comentaron los paisajes…hubo
alguien que confesó haber llorado de emoción y a mí me envolvió una sensación
de magia que todavía me enternece.
“¿Y creéis que ella ralmente pensaba…?”, preguntaba una de
mis amigas. “Bueno, dilo tú que eres la que lo ha escrito. Es que a mí no me
había pasado nunca esto de tener al lado a la autora del libro”, decía
nuevamente, cuando pensaba que esta vez no había que hacer elucubraciones sobre
el porqué de las reacciones y los pensamientos de un personaje.
Y yo me reía con aquellas sensaciones nuevas, con aquel
ambiente festivo que de alguna manera me hizo sentir sin publicidad ni
editorial de renombre, una autora de éxito.
Y ahí estamos. No puedo desvelaros mucho de la trama ni del
título porque los certámenes literarios a los que me estoy presentando son
bastante estrictos con el significado de “inédito”, pero tened por seguro que
pasados unos meses, cuando el tiempo me ponga en mi sitio y los premios no
lleguen, la dejaré por aquí para que podáis leerla.
Un beso a todos y gracias por el interés.
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