martes, 29 de enero de 2013

El príncipe y la rana

Ando yo estos días canturreando una canción de Serrat.
Y mira que últimamente andaba yo un poco seria con él porque creo, en mi modesta opinión, que una persona que ha cosechado tantos éxitos, debería aprender que cuando ya no se puede, mejor dejarlo y tendría que habernos evitado esa gira última con Sabina, donde el vibrato se convierte en el único recurso para seguir interpretando las canciones, y hay que recurrir al coro para que te sustituya en la parte a la que no llegas y seguir de esta manera ofreciendo conciertos al "módico" precio de setenta euros la entrada.
No creo que a estas alturas de la película, este hombre necesite seguir cantando para vivir, y si ese es el caso, haría mucho mejor, siempre en mi modesta opinión y desde el cariño de fans que le tengo, en componer, que es algo que siempre ha hecho de maravilla, que le caracteriza y que le ha convertido en lo que es. ¿Dejará de haber voces  nuevas a las que hacerle una de esas canciones que son pura poesía, para volver a embelesarnos con la cadencia de sus versos?
Y si no, y a eso iba, mejor que el trote de las giras, estaría bien que pusiera una cadena de estas de videncias que ahora tanto se llevan, porque si las profecías mayas no han dado, afortunadamente, una en el clavo, en cambio mi amigo Joan Manuel tiene canciones que son una crónica, confeccionadas hace muchos años, de lo que hoy en día está ocurriendo en España.
Y si no me creéis, ojo al dato con la cancioncita que se me ha  pegado estos días al paladar. La recuerdo de los conciertos a los que fui porque siempre la presentaba con una música suave de fondo y una luz tenue bajo la que nos preguntaba: ¿A quién no le gustan los cuentos? 
Y con esta sencilla pregunta, empezaba a desgranar aquella historia del príncipe y la rana, un cuento con moraleja donde al contrario del original, era el príncipe díscolo el que acababa convertido en batracio por el hechizo de un beso.
No puedo evitar pensar en nuestras infantas de España, princesas de nacimiento que, de una manera u otra, van por el camino de croar mirando a la luna, después de que sus parejas, más que ranas, sapos, hayan conseguido apearlas de la parte glamurosa del cuento.
Desde que oí que La Casa Real ha borrado las huellas de Urdangarín de la web y que el propio príncipe se hace el sueco cuando se lo cruza en los eventos, no puedo dejar de tararear una y otra vez aquella parte deliciosa y musical que dice: y la servidumbre, como es natural, no le permite la entrada en palacio...
Bueno, si os apetece aquí os la dejo. La verdad es que si me pongo a pensar, no sé si es una profecía o simplemente una verdad que no cambia, el lastre que tienen que acarrear los poderosos y los ricos. Hombre, bien pensado todo tiene su lado bueno. A no ser que me esté leyendo Borja María, Luis, Juan de todos los santos, ni tú ni yo tendremos nunca que pasar por eso. 
♫ En el jardín frondoso de sus papás....♫♪ hoy hay un príncipe menos y una rana más.....♫



jueves, 24 de enero de 2013

El notición

Supongo que por los días que llevo sin publicar, alguno habrá pensado que me ha tocado la lotería. Me atrevo a creer que otros, incluso me habrán imaginado en Suiza, haciendo acopio de esos millones de euros viajeros de los que se habla una y otra vez estos días. Hombre, esto último, lo entiendo, porque como el pan nuestro de cada mañana es que aparezca un nuevo "elemento" con dinero guardado en paraísos fiscales, pues ya no se extraña uno de nada.
Pues tengo que deciros que ni una cosa ni otra, aunque hay un motivo para la ausencia, algo que hoy por hoy me está haciendo inmensamente feliz.
¿Os acordáis que os conté que este año hice trampa con los Reyes Magos? ¿Recordáis que os dije que me había compinchado con el paje guapito que le dejó una notita mía en el bolsillo de la túnica de brillo?
Pues, aguzando un poco el ingenio, no es difícil imaginar la escena de lo que ocurrió:
 "Durante los primeros días después del seis de enero, Melchor el pobre no estuvo para nadie ni para nada. Eso de trabajar lo de todo el año en un día debe de tener su guasa, así que se dedicó a dormir y descansar del traqueteo de la cabalgata.
Una tarde después de la siesta, se dijo a sí mismo que era momento ya de guardar la ropa de trabajo y poner en el cofre la corona. Seguramente, el hombre que es muy cuidadoso, antes de lavar la capa, la túnica y las alforjas que quedan un poco ajadas cada año, echaría un vistazo a los bolsillos, que no es la primera vez que una de sus prendas ha quedado pringosa por un caramelo olvidado. Y ahí, en ese momento, seguro que apareció mi nota.
Yo tengo la impresión de que debí de caerle simpática a Melchor. Seguro que pensaría: mira la loca esta la cara dura que tiene. Y supongo que un poco por curiosidad y pegando un suspiro, leería aquel papelito improvisado, escrito con letra redonda donde le dejé mi sueño".
Unos días más tarde, una editor de Sevilla llamó a mi teléfono para decirme que en febrero me publican mi primera novela. Creo, sinceramente, que el agente literario que la leyó todavía está bajo el influjo del hechizo del Rey Mago, así que cuando intercambio con él correos y hablamos de maquetas y de posibles fotos de portada, pienso una y otra vez en aquel momento fugaz de los sueños, cuando cerré los ojos y deseé ser escritora.
Pues este es el notición que quería daros. En febrero estará en la calle. Se llama "A la sombra de los tamarindos". Prometo presentación y firma de libros en San Fernando, Cádiz y Sevilla...ya os iré contando.

martes, 15 de enero de 2013

CARA AL PÚBLICO

Desde luego, estar trabajando cara al público tiene muchísima guasa, pero hay que reconocer que esa situación es la ideal para tener mil y una anécdota que contar. Supongo que somos tantos y tan diferentes que entre unos que no nos enteramos de lo que nos cuentan y nos da corte preguntar, y otros porque en su mundo de autosuficiencia no cabe la duda, es seguro que ni siquiera nosotros mismos sabemos la de veces que habremos estados nominados para formar parte de la Enciclopedia del Disparatón que algún desconocido estará haciendo.
Mi hermana tiene unos amigos a los que a fuerza de cariño y años también considero míos, con los que pasamos ratos muy divertidos. Son de esas personas simpáticas, llenas de vitalidad de las que a mí me gusta tener alrededor porque me alegran la vida. Ella, además, Cordobesa de pro, tiene ese deje tan especial de la gente de allí, un andaluz cariñoso y sonoro con el que su forma de contar las cosas se enriquece de veras.
Como, además, ambos son enfermeros y trabajan en un Hospital por donde pasan al día cientos de enfermos, no hay más que darles un poquito de coba para que casi a la vez y uno interrumpiendo al otro, nos cuenten alguna anécdota. Estas Navidades hemos pasado juntos una semana en una "casita de campo". Han sido muchas sobremesas de copita y café y muchas tardes-noches-madrugadas de chimenea y conversación para no tirarles de la lengua.
"Escucha nena", dice mi amiga cuando va a empezar una historia...y ya estamos preparados para lo que puede pasar porque ella además lo cuenta todo muy seria, sin darle ninguna importancia a nada y con la resignación de quien ya está a vueltas de todo y hay pocas cosas capaz de asombrarla.
"Hace unos días vino una señora, nos contaba estas Navidades. Entró por el pasillo y le dijo a una compañera: vengo buscando a Elena o a Paco.
¿Elena? ¿Paco?, decía su compañera dudando, pensando que no le sonaban para nada los nombres. 
Ya estaba dispuesta a decirle a la interlocutora que probablemente se había equivocado de planta, cuando la mujer añadíó: mira, hija, yo preferiría a Elena, porque como lo que me tienen que hacer es meterme una goma por detrás, pues me gustaría que fuera una mujer que me da más confianza.
Elena o Paco no, señora, le contestaba la enfermera con media sonrisa, que le tienen que hacer a usted un Enema Opaco. Ande pase que ya se lo hago yo en confianza.
Todavía lloro de risa cuando me acuerdo.
Seguro que tenéis alguna anécdota. Anda, contadme algo.

lunes, 14 de enero de 2013

Comentarios

Chicos, siento mucho tener que volver a activar la dichosa palabreja que fastidia tanto al hacer los comentarios, pero hay un humano descerebrado o una máquina descontrolada que me está llenando el blog de publicidad absurda.
Al principio el propio blog lo detectaba como spam y yo por evitaros complicaciones borraba los dichosos mensajitos publicitarios, pero últimamente ni siquiera blogger puede con ellos, así que...lo dicho, habrá que poner una palabra de esas raras cuando comentemos.
Por favor, no me abandonéis por esta minucia (me tenéis que imaginar con cara de perrito abandonado), como dicen por ahí, un blog se alimenta de los comentarios. No quiero, para nada, esta dieta.
Besos. Mañana vuelvo a la carga con alguna entradita.

sábado, 12 de enero de 2013

FELIZ "FINDE"

Hola chavales!
No creáis que me he ido a un crucero (que más quisiera yo...bueno, no, que me mareo, mejor digo a un viaje romántico en tren que queda más chic). Pero no, no es eso lo que me ha tenido estos días apartada de la escritura, de las tertulias y hasta del facebook. Ha sido un catarro.
Sí, un vulgar catarro, mira qué cosa más triste, pero  es que yo, como la gente pudiente las cosas las tengo de calidad, así que nunca lo dudo: ¿que hay que coger un catarrazo? pues yo el mejor de lo mejor, que no me falte ni gloria...
Y así ha sido, lo he conseguido de marca, nada de imitacion; con sus toses, sus destemplanzas y una afonía "la mar de mona" para hablar por teléfono y que no me reconociera ni mi familia.
Pero en fin, a pesar de la niebla que cubre hoy mi pueblo como si realmente me hubiera ido a Londres, tengo que decir que parece que me vuelve el color a las mejillas y que ya mi cuerpo me va pidiendo volver a la actividad diaria.
Para entrada de año, no ha sido muy elegante que digamos, pero bueno, tranquilos, no nos alborotemos que la vida de este 2013 no ha hecho más que empezar. Así que venga, no nos queda otra que colocarnos el abrigo del optimismo y salir a la calle, que hasta la niebla tiene su encanto si sabemos apreciarlo y hay que hacer caso al refranero popular que dice: mañanita de niebla...tardecita de paseo.
Besos y feliz fin de semana

lunes, 7 de enero de 2013

El día de en medio

Este día que queda aquí, en medio entre lo que todavía es fiesta y el momento de volver a la rutina, es siempre el que más me agobia.
Por una parte, entiendo que para los que tienen que volver mañana al esfuerzo de los estudios y las obligaciones, sea un día más de tranquilidad y aprovechamiento; pero esa sensación (puro marujeo) de ver la casa con el árbol de Navidad puesto, aunque ya apagado, como sin vida, bolsitas de caramelos a medio comer y ropa de las minivacaciones esperando una plancha, me produce como una especie de desazón contra la que no sé luchar; así que aquí estoy, dejándoles dormir sin hacer ruido y mordiéndome las uñas de ganas de empezar a poner en orden todo lo desordenado.
Es curioso lo que pasa en la vida. Esta sensación de inquietud me recuerda a otra época en la que los papeles estaban cambiados y conservo de una forma vívida, como si estuviera pasando en este momento, la voz de mi madre "relatando" porque no nos levantábamos y eran "las tantas", y ahora mismo, cuando tengo ganas de lanzar un toque de corneta para ponerlos a todos en pie y ventilar el año nuevo, me viene a la cabeza aquella pregunta que mis hermanos y yo nos hacíamos bajito, para no aumentar el enfado: ¿qué más le dará esperar a mañana?
Lo que yo digo siempre, que todo llega. Nos creemos diferentes, únicos, originales..., y en momentos así te das cuenta de que la vida no es más que un camino, un sendero con distintas etapas por las que, indiscutiblemente y a pesar de la resistencia que pongamos, tenemos que andar. Y pobre del que se detiene.
Bueno, bueno, que no quiero ponerme filosófica. Sólo quería asomarme a esta ventanita del café que me comunica con el mundo para deciros que espero que os hayan traído muchas cosas los Reyes o al menos que se hayan llevado vuestra lista de los deseos para que os los vayan concediendo poco a poco, sin saturación, que así será más agradable el disfrute. Este año hay que aprovechar porque éstos tampoco se libran de los recortes. Dice el Ministro que si quieren cobrar, tienen que seguir concediendo deseos por lo menos hasta el verano.
Por mi parte, siempre les pido lo mismo: salud, trabajo...bueno, esta vez he añadido una ilusión, aunque no puedo hablar de ella que si no, no sale. De momento, compartimos el secreto de mi petición Melchor y yo...ah sí, bueno, y el paje que tenía cara de buen chaval, al que le dije en el momento mágico del reparto: mira, yo, por si acaso, le he dejado escrito a tu jefe lo que quiero en un papel, que somos muchos y seguro que se le olvida algo.
El muchacho me hizo un guiño cómplice y deslizó el papel en un bolsillito de la túnica del Rey. Por mí parte desde luego no ha quedado....ahora ....me puede pasar como al del chiste:
-Doctor, doctor ¿usted cree que yo perderé el ojo?
-Hombre, yo te lo he "echao" "liao" en un papel en el bolsillo...ya si lo pierdes es cosa tuya...

jueves, 3 de enero de 2013

¿Habéis sido buenos?

Recuerdo que cuando era niña, estos últimos días cercanos a la ilusión,siempre había un momento tenso en que mis padres se encontraban por la calle al típico "adulto de manual", ese que por hacerse el gracioso o por quedar de encantador de niños delante de los vecinos-primos-conocidos o cualquier otro parentesco que supusieran la pareja para él, me hacía la típica preguntita: ¿Qué? ¿Esperando a los Reyes, no? (esto era la introducción, después venía lo realmente molesto) ¿Pero tú has sido buena? Mira que si no lo has sido, los Reyes te van a dejar carbón.
Y entonces era el momento en el que aquel personajillo siniestro ponía a prueba toda la educación que mis papás habían ido inculcando en mí a lo corto de mi vida, ya fuera en forma de parábolas con final feliz o de reprimendas con castigo moralizante. Gracias a ese aprendizaje, yo apretaba las mellas con una sonrisa forzada mientras pensaba por dentro: a ver si el idiota este levanta la liebre que lo que quedan son dos días.
Y mira que se hacían largos aquellos dos últimos días ¿eh?
Una hacía como que se le olvidaba lo que estaba a punto de ocurrir, pero de pronto, sin avisar, una especie de escalofrío te recorría todo el cuerpo y nuevamente la cabeza se llenaba de ideas y el corazón se desbocaba al imaginar a aquellos tres seres fantásticos en el salón de tu casa, llevándose el cuenquecito con agua que mi madre dejaba para los camellos.
Y mira que eso fue algo que nunca tuve claro. No estaba yo segura de si los camellos subían a casa o se quedaban abajo en el portal. Creo que eso era algo que dependía directamente y en forma proporcional del amor que los padres de cada cual tuviera a la especie camellil, porque por mucho que yo hacía una encuesta entre mis amigos, ninguno se ponía de acuerdo en la versión paterna, algo que me trajo de cabeza un tiempo porque no entendía por qué a mi casa que era un segundo piso los Reyes llegaban a pie y en cambio a la de mi vecina del cuarto, sólo le faltaba el niño Jesús para que fuera un Belén: allí llegaban hasta los pajes.
Ahora, eso sí, en mi casa siempre se tomaban un copazo. Aquí entre tú y yo, me da a mí que a los Magos les gusta darle al pirriaque, porque yo cuando escuchaba aquello de: el mío es Melchor, el mío Baltasar...yo pensaba: pues una de dos, o el anís de mi casa es más bueno que el de esta gente y vienen a bebérselo los tres, o uno de ellos lleva años poniéndose "morao" de Marie Brizar, porque en mi salón siempre se quedaba el culillo de las tres copas.
Parece que estoy viendo aquellas copas labradas que tenía mi madre, regalo de su boda, a las que yo examinaba extasiada, imaginando que sobre ellas habían posado sus labios esos adorables entes mágicos que eran capaces de hacerme tan feliz.
Estoy completamente convencida de que en ese momento de mi niñez era más fácil creer que en la actualidad. Supongo que debía de influir mucho que al menos aquí donde vivo, no había todavía grandes superficies por donde pasear con carros llenos de juguetes, ni catálogos que ponen precio a las ilusiones y a la imaginación. No digo que fuera un tiempo mejor, pero era un tiempo diferente.
Una vez mi hija que siempre ha sido muy espabilada, me hizo la pregunta del siglo. Tenía como tres o cuatro años y yo pensaba que no se daba cuenta de nada. Fuimos a un supermercado a comprar comida y en la puerta había muchos juguetes apilados porque estaban haciendo una campaña para Cáritas. Caí como una tonta en la trampa porque quise inyectarle una pequeña dosis de solidaridad y compramos un juguetito para que ella hiciera su aporte de buena voluntad a las fiestas navideñas. Después de entregar el juguete y estar un rato cavilando me dijo a bocajarro y sin anestesia: yo lo que no entiendo es que si los Reyes son mágicos, ¿por qué no le llevan regalos a los pobres? Creo que por la frente me cayó una gota de sudor que ni a la madre de Shin Chan. Todavía, aunque lo intento, no puedo recordar cómo salí airosa de ese mal trago.
Este año en mi casa todo ha cambiado. Aunque sospecho que mi hijo el pequeño ya lleva al menos dos  temporadas haciéndose el despistado, sus once años de hombría no le permiten ya que nadie piense que sigue siendo un niño, así que por primera vez no tendré que andar de puntillas el pasillo para ver si están dormidos, ni cumpliré con el rito heredado del anís... Bueno, ese sí, quizás ese lo conserve. Pero esta vez no será el Rey Melchor con su barba blanca el que se tome una copita para paliar el frío de una noche intensa,  esta vez tal vez sea yo la que me tome esa copa para brindar por una etapa que termina y otra que empieza, por el futuro que me depara la vida con unos hijos que crecen y sobre todo, por encima de todo, por el recuerdo de aquella niñez en la que me sacaba de quicio que alguien preguntara aquello de : ¿pero habéis sido buenos?
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