jueves, 19 de junio de 2014

El varoncito

A pesar de todo, aunque no comulgue para nada con la monarquía y me parezca anacrónico que una persona, a estas alturas, herede un cargo gracias a un gen extraño que los demás al parecer no tenemos, no puedo dejar de pensar que no debe ser fácil hoy estar en la piel de Elena de Borbón.
Teniendo un hermano heredero con buena planta y una hermana dando que hablar por otros motivos, nadie se acuerda de ella nada más que para hacer alguna que otra chanza o para alegrarse de que no nos haya tocado en suerte tener de rey consorte a Marichalar. Pero en el fondo, a pesar de que sé que no van a faltarle nunca miles de cosas que yo jamás tendré, creo que en un rincón, en el lugar donde se guardan los sentimientos, Elena no es ni más ni menos que una mujer dolida.
Hoy he leído que a partir de esta fecha, tanto ella como su hermana desaparecen de la web oficial de la Casa Real. El niño, el varoncito, toma las riendas de la monarquía a pesar de ser el pequeño, dejando fuera de toda posibilidad no sólo a ella, sino también a su hijo Froilán, que siendo como soy, madre, apuesto a que debe ser lo que más dolor le provoque.
Nadie ha hecho nada durante estos años para que eso cambiara. Ni papá que todo lo puede, ni el Parlamento de un país democrático donde se supone que gastamos mucho dinero en políticas de igualdad. En cambio, ayer la sentaron junto a su sobrina, fruto del amor de un rey por una plebeya, resultado de un hago lo que me da la gana a pesar de lo que digan las altas instancias; una mujer igual que ella, por la que nadie ha dudado en cambiar las leyes, decretos o constituciones que hagan falta. 
Sí, sé que muchos de vosotros que sabéis de leyes y de política vais a contarme todo ese rollo de la herencia anterior y del bla, bla, bla; pero, chicos, os recuerdo que la Constitución es del 78 y que de entonces a esta parte ha llovido lo suficiente como para no poder hacer las cosas con carácter retroactivo. Digo yo que si hay que tener rey por imposición divina, yo voto (qué raro suena en este caso la palabra) porque lo sea Elena. En fin...sólo quería contaros que ayer, viéndola sentada en el lugar de la familia que no cuenta, me dio pena. ¿Qué queréis? Una, que es solidaria.

lunes, 16 de junio de 2014

Feria del Libro

Este año,  la ciudad donde vivo (mi pueblo, como a mí me gusta llamarlo aunque tenga categoría de ciudad por número de habitantes), ha dedicado la Feria del Libro a los escritores, unos consagrados y otros como yo, aficionados a la literatura, que somos de aquí, y que en este momento estamos en la fase de dar a conocer una obra publicada.
Alguien, sé quien es y se lo agradezco en el alma, tuvo la gentileza de acordarse de mí y de "los tamarindos" para incluirnos en el programa de actos, presentaciones y mesas de debate que se han realizado durante una semana, en una de las plazas céntricas de la ciudad.
La verdad es que, aunque yo no quiera darle a las cosas más importancias de las que tienen y me de pudor hablar de mí en términos de "escritora" o "autora", reconozco que la sensación de que se barajen nombres para ir a una feria del libro y que alguien se acuerde del tuyo, es una sensación agradable y muy gratificante. 
He visto una feria muy viva. No sé si se habrá vendido mucho, no me corresponde a mí evaluarlo ni manejo estadísticas, pero podría resumir lo vivido en una frase que utilizamos mucho aquí en el sur, cuando no sabemos cómo expresar en pocas palabras la sensación maravillosa de estar en agradable compañía o rodeados de buena gente: ¡había un "ambientazo"!
Bueno, pues en medio de ese "ambientazo", he estado compartiendo afición e ilusiones con una hornada de escritores. He visto en ellos muchas ganas de hacer cosas, he observado mucha necesidad de vivir la literatura, cada uno a su manera pero juntos, mucha ilusión por explicarle a quien ha querido venir a escuchar nuestras palabras, que no somos gente rara, ni una secta, ni un grupo de engreídos con la nariz apuntando al cielo. Creo que la idea que más ha cuajado o al menos la que más se ha querido contagiar, es que la cultura no le pertenece a nadie, que no hay vallas metálicas ni puertas cerradas. Se vive, si uno quiere, comprando el libro o sacándolo en préstamo de la biblioteca, escuchando una canción o sentada en un bar, conversando de la vida, de la última novela leída o del buen hacer de un poeta. 
Yo desde aquí, y dentro de mis posibilidades que se ciñen al pequeño espacio donde habito, lanzo a mis paisanos un mensaje: Si os gusta la literatura, escribiendola, leyéndola, escuchándola o en cualquier manifestación que se os ocurra, por favor no dejéis escapar la ocasión, acercaros a alguna de las tertulias literarias que hay en la ciudad, tomaros una cervecita por el bar de Gema (La buhardilla) donde siempre hay una propuesta, dejad que Cristina (Librería Bozano) os recomiende un libro para los días de playa o las noches de invierno.Tenéis que participar de esto. No se trata de convertirlo en nada más que en un hobby, pero os aseguro que es una magnífica opción. 
La magia está servida.

lunes, 2 de junio de 2014

Relato corto para un lunes largo

Hoy os dejo un relato corto a ver qué os parece.


Absentismo laboral


Un día Libertad no acudió a trabajar.
A mitad de la mañana, preocupada por aquella falta injustificada, Ansiedad la llamó a casa. “No responde”, le contó con sonido entrecortado a Insolidaria, una chica joven que se había incorporado hacía muy poco. “¡La tienen presa, la tienen presa!”, chilló un rato más tarde Acusadora, perseguida por corrillos de murmullos y acompañada de elocuentes comentarios. “Dejadme a mí”, dijo Justicia que era ciega. “Nosotros nos haremos cargo”, vociferaron Coacción y Esclavitud en un solo tono, conteniendo una sonrisa socarrona.
Aquel fue un día raro en La Fábrica de Las Palabras.


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