Ojalá que todos los deseos se cumplan. FELIZ AÑO NUEVO
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jueves, 31 de diciembre de 2009
FELIZ AÑO NUEVO
Ojalá que todos los deseos se cumplan. FELIZ AÑO NUEVO
martes, 29 de diciembre de 2009
UNO DE ESOS EMAILS
lunes, 28 de diciembre de 2009
sopoʇ ɐɹɐd ǝʇɹǝns ɐΙ ǝp sosǝq ǝɔop
˙sıǝɔǝɹǝɯ so ǝnb pɐpıɔıΙǝɟ ɐΙ ɐpoʇ ɐƃıɐɹʇ so 0Ɩ02 Ιǝ ǝnb oɹǝdsǝ
Ja ja está completamente al revés
jueves, 24 de diciembre de 2009
FELIZ NAVIDAD
Nuestras canciones tradicionales, rebosantes de herencia milenaria, nos hablan de un niño que nace y de una estrella que brilla. Para nuestros vecinos del mundo, cambia la tradición pero no las sensaciones. En el país del cine parece ser que Santa Claus visita la ciudad, el muérdago ahuyenta los demonios ingleses, las banderas hondean en los árboles navideños de Finlandia y los pesebres se construyen de barro en Burkina Faso o Mali. Una de las tradiciones que me resulta curiosa es la de Rusia, donde la figura navideña que trae regalos a los niños es Babushka, un sabio que no pudo ir a ver a Jesús debido a la nieve y el frío.
No sé muy bien qué tiene que ver un país africano como Uganda, donde el miedo impide a la gente acudir a la misa del gallo, con ese señor vestido de rojo que ha conseguido, a fuerza de dólares, subirse descarado por nuestras ventanas. Y os aseguro que no entenderé nunca por qué todavía me tiembla el espíritu con aquel anuncio del “vuelve a casa”.
Yo sigo esgrimiendo una teoría. Pienso que la ventaja que tiene la Navidad con respecto a otras celebraciones y fiestas es que coincide muy cercana en el tiempo con el cambio de año. Hay tanta gente que pone sus esperanzas en ese cambio, que por unos días queremos creer que la vuelta de la hoja en el calendario o la sustitución del último signo de la cifra, nos traerá un futuro lleno de todo aquello que los últimos bailes de números no nos trajeron.
La verdad es que el misterio nos perseguirá seguramente durante toda la vida. Y como soy de las que piensa que lo bueno hay que aprovecharlo sin preguntarse mucho por qué ha llegado, creo que lo mejor que puedo hacer ahora es desearos a todos FELIZ NAVIDAD. Que estos días sean, al menos, un paréntesis en las guerras diarias de cada cual, que dejemos al corazón bailar al son de la musiquilla y que nos preparemos mentalmente para todo lo bueno que está por venir. En lo malo, como decía la señorita Escarlata, ya pensaré mañana.
¡Ai! Si no fuera por estos ratitos y los de cobrar…
domingo, 20 de diciembre de 2009
¿QUÉ HACEMOS AQUÍ?
En este caso y dando por vencedor absoluto al amigo Gamboa, voy a intentar contestar a su reflexión sobre porqué estamos aquí contándonos parcelas de nuestra vida a través de un ordenador.
Creo que a lo largo de la historia, el hombre siempre ha sufrido un enorme miedo al progreso. Supongo que cada vez que la ciencia ha ido realizando cambios verdaderamente significativos, el ser humano ha debido sentirse mareado por el vértigo de verse en el borde de su mundo, como si la revolución fuera a producirse de forma tan radical que con ella temblaran para siempre los pilares de la tierra.
Esto que hacemos aquí, reunidos alrededor de esta maldita y bendita máquina, no es más que acomodarnos a lo que el progreso y el futuro de ayer, que hoy ya es presente, nos ha traido.
Evidentemente, las nuevas tecnologías llevan intrínseco todo lo bueno y todo lo malo que el ser humano es capaz de transmitir "genéticamente", a todas las criaturas que nacen de su intelecto. La misma materia intangible de la que está hecha una bomba de destrucción masiva, es el componente mágico de una máquina que actúa contra el cáncer. Todo depende del uso y disfrute que hagamos de la máquina o de la materia.
En cuanto a las conversaciones por ordenador, yo en esto como en todo aplico una máxima que aprendí hace mucho que dice: en el centro (léase en la mesura) está la virtud. En mi caso, esta tertulia virtual con la que me estoy divirtiendo, no menoscaba para nada mis relaciones sociales "en persona" ni el resto de mi vida diaria. Todo lo contrario. Está consiguiendo que a través de los comentarios y de las anécdotas, vaya recogiendo algunas de las piezas del puzzle que conforman la personalidad de cada uno y me siento muy contenta de que mis amigos, mi familia, al fin y al cabo mi gente, coincidan alguna vez en un entorno.
¿ Que hay personas que ésto lo convierten en el motivo principal de su vida y se encierran en una burbuja? Pues sí. Pero enfermedades mentales las ha habido siempre. ¿ Que la gente se dice las cosas por escrito y no a la cara? Pues sí. Pero ¿cuántos christmas hemos escrito en nuestra vida para desear Feliz Navidad al que tenemos enfrente?
Yo, por si acaso, me confieso desde aquí admiradora convencida de todo lo bueno que el futuro pueda depararnos y, por cierto, si alguien encuentra por ahí algún robot, chip o especie alienígena que sepa limpiar "remangao" la cocina, por favor que me lo envíe a esta dirección de correo. Sabré recompensarlo.
domingo, 13 de diciembre de 2009
LA HORA DE AGRADECER
martes, 8 de diciembre de 2009
FRECUENCIAS DE NAVIDAD
En fin, al final nos reimos un rato mientras el verdadero artista del grupo, la persona con más paciencia que conozco, va recogiendo micrófonos con sabor a chocolate y baquetas con olor a ron. Quien sabe...¿no va a Eurovisión Karmele Marchante?
Bueno, ahora contadme vosotros ¿qué haceis en Navidad?
domingo, 29 de noviembre de 2009
LAS PALABRAS
Me pregunto quien habrá heredado en su lengua la "peinadora" del cuarto de mi madre, el "tocador" de la señorita Pepis, los "chifritos" que decía mi suegra, en su perfecto castellano de Burgos o el "comediscos" que me regaló mi tío Lucas cuando me hice mayor para la música. En los cuentos de mi casa, Blancanieves se comía un "pero", si teníamos prisa es que había "bulla", el filete era "bistec" y jugar a "angúa" fue sinónimo de calle y de amigos de hace mucho.
Al parecer, los años pasan también para las palabras. Cuando nacen o importamos unas nuevas, las antiguas se van y se llevan con ellas los recuerdos. Son esos que algún día volverán en nuestra búsqueda, en la frase de una serie de la tele o en la tarde de familia en un ratito de risas.
Oye, y no es que no me gusten las que llegan. Algunas me enriquecen con la sabia de su mezcla y otras me culturizan con la sapiencia de su técnica. Ahora decimos "jenjibre", "pérsimon", "ketchup", "facebook"...y eso está bien. Eso es signo de que el país avanza.
Pero a mí que me encanta este ejercicio de jugar con las palabras, me haría falta conocer a que lugar se llevaron todas esas que me faltan.
¿Qué palabra ya no usas?
domingo, 22 de noviembre de 2009
LA TELE DEL CORAZÓN
jueves, 19 de noviembre de 2009
Lo único que pretendía era crear un lugar, un espacio en este mundo infinito de la red donde quedar para charlar con los amigos, donde asomarme a recordar una canción, o a retomar una conversación que nunca debió terminarse.
Y, de repente, pensando en las charlas, en las risas y en las canciones, sentí la enorme necesidad de tomar un café.
Es curioso porque a mí el sabor del café no me gusta. Ese regustillo amargo no es muy de mi agrado. Pero el olor...ese olor que lo inunda todo...
Creo que el aroma del café ha llenado durante tanto tiempo mi vida que me arrastra con él a lo mejor de mí misma. El café me trae el olor de mi casa, bueno de la casa de mis padres que será siempre la mía, el tacto del sofá de los domingos, muy temprano, cuando hay que charlar bajito para no despertar a los niños, el parón en los estudios cuando mi hermana, parodiando las telenovelas que hacían furor en los 80, nos "provocaba un cafetito"...es el café de las mañanas con mi amiga de siempre con la que no puedo arreglar el mundo nunca, es la locura del momento de relax en el trabajo, cuando una chica morena me deja alucinada cada día con su memoria: manchado para mí, avellanado para la compi, descafeinado el del jefe, cortado para los snobs y hay un amigo, el más valiente, que todavía en noviembre lo quiere helado.
Cuantas historias contadas y cuantos secretos guardados alrededor de un café.
Por eso he decidido invitaros a charlar imaginandonos frente al líquido negro. Cada quien puede contar lo que quiera mientras removemos el azúcar del fondo. Os prometo que nunca faltarán el colacao para el que no toma café, el donut para el que pueda permitírselo y la sonrisa de bienvenida para todo aquel que quiera aceptar esta invitación al sentimiento.