jueves, 4 de julio de 2013

El juicio

Algunas veces, cuando estoy muy cansada, recurro al sofá y la televisión para una cura de vacío mental. En esas ocasiones, en las que lo que necesito es que el run run me entretenga del dolor de cabeza, siempre acudo a programas del tipo Sálvame. Son tan surrealistas los temas que tratan, y es tan increíble la facilidad con la que van entrando a trapo la hermana de la cuñada de un primo de un personaje que algún día fue famosillo por algo, que puedes pasarte toda una tarde oyendo barbaridades absolutas, de alguien que a nadie le importa o que ya ni siquiera recuerdas. Yo me lo tomo como la que va al teatro y está viendo una obra cómica, en la que más que el diálogo en sí, lo que verdaderamente da risa es lo absurdo de los personajes.
El problema fue que ayer, reconozco que la tragicomedia que representaban no me interesó ni los cinco primeros minutos, así que me dediqué a dar vueltas de mando, intentando evitar los debates políticos porque no tenía el cuerpo para enfados gratuitos, hasta que me paró en seco una de las cadenas que estaba hablando del caso Bretón. Me quedé colgada de la imagen de ese padre al que están juzgando por algo tan terrible. 
Sé que no es políticamente correcto decir en estos casos lo que todos pensamos, y también sé, porque estoy convencida de ello, que tiene que haber un abogado que lo defienda porque es la única manera de asegurar que todo el mundo tenga un juicio justo. Pero en las imágenes que veía, el letrado estaba jugando con el tema de que la caja donde se guardan los restos de esas critaturas no estuviera precintada, supongo que para poder pedir la nulidad de dicha prueba, que es la más condenatoria.
Una cosa es que hay que estar seguros de que fue él el que lo hizo, eso está claro porque bastantes veces ya  se ha incurrido en errores que han supuesto la cárcel para alguien. Sin ir más lejos, si la equivocación hubiera sido al revés, es decir, si la forense hubiera asegurado que los huesos eran humanos y realmente hubieran sido de animal, podríamos estar culpando a  un inocente. Pero de eso a dar a entender que durante el proceso alguien ha manipulado esas pruebas ¿para hacer qué? ¿qué está queriendo decir, que alguien de la policía ha introducido en la caja huesos del esqueleto de un niño para echarle a éste la culpa? Eso es demencial y ruin.
Yo, ayer, creo que como todos, me convertí en juez y parte casi sin quererlo y apliqué mi propia y personal sentencia. Me di cuenta de que llevaba todo este tiempo poniéndome siempre en el lugar de la madre. No puedo hacerme ni siquiera una leve idea de lo que esa pobre mujer sentirá, cada vez que oye hablar con esa frivolidad de la jerga con la que se habla de huesos, de barbacoa, de violencia, cuando se trata de tus niñitos. Llevo todo este tiempo, acompañándola como madre en sus sentimientos porque es lo que te pide el corazón. Pero ayer, curiosamente, por primera vez, superé la repulsa que me produce el individuo en cuestión e hice el ejercicio de trasladarme a la piel de ese padre, algo que me convenció de que no hay ninguna duda de que es el culpable. 
Creo que si yo estuviera en su lugar y fuera inocente, me daría exactamente igual lo que hicieran conmigo, qué más dará si después de algo así no puede haber vida, pero no podría sonreír ni por un momento, ni siquiera tendría capacidad para estar atento a las preguntas ni a los protocolos del dichoso juicio. Me dedicaría el tiempo entero a llorar, a pedir, a suplicar que alguien siguiera buscando a mis niños, porque si todo esto fuera un tremendo error y yo no hubiera sido, me volvería loca de pensar que mientras tanto, alguien los tiene retenidos. 
En esa tranquilidad y en esa sonrisa de Bretón se encuentra, bajo mi humilde opinión, diluida la posibilidad de su inocencia. Hay veces que el género humano da asco.

4 comentarios:

Marcos dijo...

A mi me sería imposible formar parte de un jurado. Este hombre lo hemos condenado ya entre todos, aunque el cuerpo se rebele a que pueda haber tanta maldad en una persona, como matar a tus propios hijos para lastimar a la madre. Pero que horror.
Y si luego saliesen los hijos por algún sitio.
Imagino que antes de formar parte del jurado tendrán que aceptarlo la fiscalía y la defensa. Pues ahí lo tengo claro, me declaro machista, o feminista, o racista, o lo que sea, pero no estoy capacitado para emitir un juicio justo.

Mamen Orcero dijo...

A mí lo de ser parte de un jurado es algo que me horroriza porque soy doña duda. Estoy segura de que pensaría que es culpable al oír al fiscal y completamente inocente al escuchar al abogado. No podría dormir en un año.

Manolo dijo...

Creo que, cómo siempre, has dado en el clavo. ¿Se puede sonreír después de algo así? ¿Cómo es posible que esté tan tranquilo si es cierto que es inocente? Yo estaría cómo tú describes: nervioso e intranquilo por la suerte de mis niños.
Es cierto que hay que ir con mucho cuidado a la hora de acusar a alguien, pero en éste caso creo que muy pocas personas creen en su inocencia.

Mamen Orcero dijo...

Ya sé que es muy peligroso juzgar a una persona por su "pinta" o su actitud porque cada uno expresa el dolor de una manera diferente. Hay personas a las que no les gusta demostrar lo que sienten de cara a la galería, pero, bueno, como afortunadamente no soy juez y tampoco tengo en mis manos el sumario del caso, me permito opinar como espectadora y como madre. No tengo más evidencias para "juzgarlo".

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