Parece que la primavera se empeña en ir y venir, en jugar con nosotros al escondite y aturdirnos con un sol de justicia que al momento se refugia entre las nubes. Pero no puede engañarnos, no puede engañarse. Ella sabe que es la hora de llegar y no hay tiempo de entretenerse en el camino, ella intuye que en la calle la están esperando los sentidos, que todo huele a incienso y sabe a clavo, que la vida ha vuelto a tomar las riendas, dejando a su paso aroma de azahar y manzanilla.
Me gusta la Semana Santa. Tengo la sensación de que hay algo de mágico en esta época del año, algo de rito ancestral que debo llevar en los genes que me hace sentir diferente, como envuelta en un ciclo antiguo que muere para comenzar de nuevo. Por eso es momento para incitar a la rebelión, para obligar a los amigos, a la familia, a los que queremos, a asomarse a su ventana bajo la que se ve el mundo, a tomar aire fresco y llenar hasta los topes los pulmones.
Me parece que esta resurrección que celebramos no es otra que la propia alegría de estar vivo. Para mí no hay más verdad ni más diferencia. ¿Seguimos aquí? Pues ¡bien por la vida!
2 comentarios:
Que bonita bienvenida a la primavera, también siento la Semana Santa como si la vida en estos días fuera especial, creo que ese sentimiento es gracias a mi padre.
Me ha gustado tu entrada, mucho.
Besos.
Con la primaver renace la vida, las ganas de salir, de relacionarte, pero tambien la Semana Santa tiene otra lectura para los creyentes, sin la resurreccion de Jesucristo no existiría la Iglesia.
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