“¿Qué hay para comer?”, preguntó la niña, tirándole del
vestido.
Apenas acababa de empezar la mañana y Asunción todavía no
había tenido tiempo de pensar. La nevera no estaba para mucho improvisar. Al
mes le quedaban unos días para empezar un nuevo ciclo, y el recurso de los
favores ajenos se acabó, mucho tiempo atrás, cuando se hizo imposible reponer
lo pedido.
Asunción miró a la niña con ojos de madre y se asombró de lo
alta que estaba, de cómo le quedaba de corto aquel vestido que apenas tenía un
verano, y del brillo trigueño del pelo que ya le caía por la espalda.
Le cogió la cara con
la suavidad con la que se acaricia una joya, le levantó la barbilla y sonrió contemplando
el hueco que la última caída de dientes había grabado en su sonrisa pequeña.
“El mundo, corazón”, dijo con toda la determinación que le
permitió la voz ahogada,” hoy vamos a comernos el mundo”.
5 comentarios:
Seguro si así lo desea, las madres siempre hacen milagros.
Mucha fuerza a todas las Asunciones que tenemos tan cerca ¡¡¡ Precioso relato, Mamen.
Cuántas personas pasando por una situación así...qué horror. Me pongo en la piel de esas madres y se me parte el alma, de verdad. Siempre recetamos paciencia y esperanza, pero con eso una familia no come. Ojalá esto vaya cambiando porque...
Gracias a los dos por vuestros comentarios.
Después de dos años... y no me equivoco, justo los que van a cumplir mis peques, me encuentro por primera vez con tiempo para volver a disfrutar de tu blog y tu exquisita pluma. Y que me encuentro.. me he quedado boquiabierta. Y todavía no puedo cerrarla fíjate. Ya empecé a abrirla con una ligera sonrisa cuando me encontré el cambio de look tan espectacular que tiene la página. Mucho más fresca.. como más profesional. Me ha encantado. Pero no sólo hay que parecerlo sino también serlo... y lo eres. Escribes con frescura, clara y directa, sin la pretenciosa retórica pedante que sólo entiende el que la escribe. No. Tú no. Tú escribes para que nos enganchemos los demás.. y lo consigues. Y profesional ya ni te cuento. Pocos relatos, tan cortos, han podido ponerme los pelos de punta y dejarme la boca como la sigo teniendo. Y la baba puedes imaginar por donde me llega ya... tendrás que poner un cafelito más a partir de hoy
Mili, voy a tener que poner derecho de admisión en esta cafetería y prohibirle la entrada a los amigos. Sois tan buenos conmigo que me sonrojo con cada comentario. Gracias por volver. Sé que ser madre de gemelos (por cierto, ayer los disfruté muchísimo. En las dos horas que pasé con ellos no tenía manera de distinguirlos)no deja tiempo ni para mirarse al espejo. Pero te he echado de menos porque eres una contertulia encantadora. Muchos besos, amiga. Aquí te esperamos.
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