lunes, 2 de junio de 2014

Relato corto para un lunes largo

Hoy os dejo un relato corto a ver qué os parece.


Absentismo laboral


Un día Libertad no acudió a trabajar.
A mitad de la mañana, preocupada por aquella falta injustificada, Ansiedad la llamó a casa. “No responde”, le contó con sonido entrecortado a Insolidaria, una chica joven que se había incorporado hacía muy poco. “¡La tienen presa, la tienen presa!”, chilló un rato más tarde Acusadora, perseguida por corrillos de murmullos y acompañada de elocuentes comentarios. “Dejadme a mí”, dijo Justicia que era ciega. “Nosotros nos haremos cargo”, vociferaron Coacción y Esclavitud en un solo tono, conteniendo una sonrisa socarrona.
Aquel fue un día raro en La Fábrica de Las Palabras.


miércoles, 28 de mayo de 2014

Resaca europea

Tengo que reconocer que estas elecciones europeas las estoy viviendo de una manera diferente a las anteriores. 
De todos los actos democráticos con urna incluida a los que he sido convocada desde la mayoría de edad, precisamente las europeas han sido siempre las que menos me han interesado. Durante mucho tiempo he pensado -seguramente de forma equivocada- que en ese enorme entramado que es Europa, poco o nada tenemos que decir los pobres españoles. Y sobre todo, lo que no tengo claro es la importancia que puede tener que en Bruselas o Estrasburgo la representación española sea de un signo concreto, si luego los que mandan en el país y toman las decisiones son de otro radicalmente diferente. En fin, que en esas cuitas he estado enredada normalmente cuando tenía que tomar la decisión de votar representante europeo.
Pero este año, la situación política de España ha convertido algo que pasaba sin pena ni gloria en un hervidero de opiniones y análisis sociológicos tan enorme, que tengo que agradecer desde aquí, públicamente, a Pablo Iglesias y su grupo "Podemos", el punto de emoción que han vuelto a introducir en mis debates de sobremesa y en los comentarios de facebook.
No voy a hablar para nada del análisis serio que he oído con respecto a lo que han significado los comicios, tanto desde el punto de vista del toque de atención al bipartidismo o de la abstención. No estoy capacitada para llevar a cabo ningún tipo de estudio político. Pero os tengo que confesar, que con lo que sí estoy encantada es con la forma en que el miedo a los "comunistas", que vienen a comerse a los niños, se ha introducido en  los medios de comunicación y facebook más casposos y añejos que había visto nunca. Siento que las carcajadas que estoy disfrutando estos días sean a costa de Pablo Iglesias,  pero estoy segura de que no le molestará que me ría porque probablemente hasta él lo haga. 
Una cosa es el insulto serio, buscando el daño político,con calumnias, con injurias. Eso debería denunciarlo este hombre por vía judicial, porque me parece tremendamente injusto las barbaridades de las que se está acusando a una persona que lo único que ha hecho es presentarle a la población una opción política. Pero luego están los otros, los del verso fácil, los de la rima antigua que huele a naftalina y a musiquita del nodo. Y con esos es que me parto.
Hay un "muchacho" que dice ( no pienso citar nombres porque no se merecen como propaganda ni este modesto foro que siguen unas pocas personas) que el discurso de Pablo Iglesias es abyecto y deleznable -¡se puede ser más antiguo!- y que se ha aprovechado de los ignorantes que son los que le han votado. Ya sabéis, votantes de Podemos, que hay que aprender a leer antes de echar la papeleta en la urna. Lo dice este buen hombre que tiene en el mismo periódico un artículo que se llama "Abajo la chusma sindical". Y aquí estoy, que no hago más que imaginarlo vestido de Kiko el del Chavo del Ocho gritándonos a todos: chusma, chusma.... Hay otro que "perpetra" que  votar esa formación es votar a lo que representa lo peor de la condición humana. Que digo yo que viniendo su posición ideológica de donde viene, ya le vale. Estoy convencida de que tiene maestros en los que fijarse en cuestión de maldades infringidas y conciencias lavadas. Y como fin de traca, está el que califica a Pablo Iglesias (profesor de Ciencias Políticas entre otras cosas) de "encantador de corazones femeninos con aspecto de gamberrete de la Facultad". Ese último piropo estoy por enmarcarlo y mándarselo al Sr. Iglesias para que lo cuelgue en el salón de su casa. Se pueden decir cosas de un adversario político, pero esto del gamberrete tiene un tono vintage que no sé si mejor enmarcarlo yo que ahora me ha dado por decorar la casa con tonos pastel y adornos florales.
¡Ay! este Pablo Iglesias al que he oído llamar en estos días: Virgen de Lourdes, clandestino, ególatra... Incluso hay un sociólogo que ha resumido todo lo que aprendió en su carrera universitaria en una palabra que define al nuevo partido: friki...  De repente, el pobre Pablo es amigo de Maduro, chavista de los malos, clasista progre...De verdad... si no fuera por estos ratitos y los de cobrar...

lunes, 12 de mayo de 2014

De vez en cuando

Este fin de semana, en una de mis tardes de amigos y cervecitas, estuvimos hablando sobre el ego.  No era el momento de los academicismos ni de buscar la definición que da el diccionario de la palabreja (Aprecio excesivo que una persona siente por sí misma), ni llevaba la conversación otro tono ni otra intención que comentar con una sonrisa algunas actitudes y alguna forma de ser que al menos a mí, me dejan estupefacta.
“Se escucha cada cosa”, les decía yo a mis amigos entre sorbo y sorbo de moscatel, que es, no me digáis lo contrario, la forma más castiza que tenemos los españoles de perpetrar opiniones y dictar sentencias. “Es que hay gente que no se da cuenta de lo que dice” volvía yo a insistir, recordando alguna que otra situación simpática con la que me he encontrado en la vida.
Lo que ocurre es que después de aquella copita compartida y aquel buen ratito pasado, he estado yo pensando que el ego tiene una particularidad que no controlamos, algo que debe ser parecido a la parábola bíblica de la viga en tu ojo y la paja en el ajeno. Tengo la impresión de que nadie piensa de sí mismo que es egocéntrico o que en algún momento está rayando el límite, a pesar de que, eso sí,  todos nos demos cuenta de que otro lo es. Entonces me ha surgido la duda: seguramente habrá personas que hayan tenido esa percepción de mí misma. Y de pronto he sentido una infinita vergüenza.
Es evidente que todos somos un poquito vanidosos, de hecho creo que hasta es natural porque forma parte de la dosis de “querernos a nosotros mismos” que es necesaria para ser feliz. Probablemente si no tuviera esa gota de vanidad mezclada en la base del perfume de lo que soy, no estaría aquí, escribiendo para que me leáis, y no me volvería a casa con sensación de triunfo cuando alguien me dice “me gusta como escribes” o “que mona vienes hoy”. Pero claro, lo que ocurre es que en esto del ego, yo creo que funcionamos por comparación. Es decir, dependiendo del entorno en el que te muevas  y de la gente con la que compartas la vida, tendrás una percepción u otra del que tienes al lado e incluso de ti mismo. En cada grupo siempre hay alguien que pretende destacar sea de la manera que sea, eso es “fetén”, aunque os aseguro que hay “mundillos” donde el ego se pesa en kilos.
Bueno, en fin, no quiero daros la tabarra con esta vena filosófica que me ha surgido hoy por ser lunes. Espero que entre mis defectos y mis virtudes el reflejo desagradable del ego no os haga daño en los ojos, porque no me lo perdonaría nunca.  Y si alguna vez fuera o ha sido así, tenéis mi permiso para bajarme de las alturas. Soy de las que piensa que el único sitio seguro en la vida es aquel en el que se tienen los pies en la tierra. 
Yo por mi parte voy a mantener la calma, en primer lugar porque no creo que mis circunstancias sean dignas de ego, y además, porque por si acaso,  hace  mucho tiempo que tarareo la lección del maestro:

De vez en cuando la vida
nos gasta una broma
y nos despertamos
sin saber qué pasa,
chupando un palo sentados
sobre una calabaza.
(Joan M. Serrat)






miércoles, 30 de abril de 2014

SalyArte

Hace unos días tuve la oportunidad de asistir a un evento que me encantó. Fui invitada a un encuentro literario en Chiclana, (SalyArte) que se celebró en pleno corazón de las marismas. 
El motivo de aquella reunión no era otro que juntar en un espacio agradable a muchos aficionados a la literatura de Cádiz, San Fernando, Chiclana y Conil entre otros, para compartir al menos un poquito de lo que hacemos. Si os digo que a las palabras vinieron a acompañarles las canciones de dos cantaautores y el sonido de los violines, creo que no hace falta explicar mucho más de los ingredientes para que os llegue el aroma y el sabor del éxito de la receta. 
El museo de la sal, con sus parihuelas colgadas de la pared y su burrito salinero de madera, añadieron ese quejío de la tierra que me hace sentir en paz conmigo misma, esa sensación salada que representa mi origen y las raíces que me unen al suelo con fuerza. La cena, compartida en el intermedio entre los poemas y los sueños, me supo a confianza y a pasión repartida.
Yo, por mi parte, empecé como ya sabéis que yo soy: "no, igual no leo nada, no me conoce nadie"...Pero justo cuando empezaba a latir el minuto dos del tiempo disfrutado, también como ya me conocéis, vi el micrófono, busqué el hueco y al final, leí dos veces y no me apunté a la tercera por no ponerme "pesá". ¡Qué os voy a contar de mí que vosotros no sepáis!
En el primer bloque, donde el tema sobre el que giraban los textos era "la vida", leí una de las entraditas que dejé una vez por aquí y que no os voy a repetir. Para el segundo, elegido con intención de homenajear al amor, les dejé un pequeño relato que había escrito esa misma mañana, casi un rato antes de ir al evento. 
En fin, como dice el otro: más feliz que una perdiz....




viernes, 25 de abril de 2014

La vida atareada

Cada vez que escribo una nueva entrada en este espacio pequeñito, siempre pienso que no la va a leer nadie. Entiendo, lo tengo asumido, que con la vida atareada que llevamos todos, si ya es difícil encontrar el hueco para sentarse a leer un libro, cómo voy a pretender que alguien dedique un minuto de ese valioso tiempo de ocio a echarle un vistazo a mi última reflexión o a mi reciente anécdota. 
No sólo lo entiendo, es que formo parte también como lectora de la misma realidad, y de hecho confieso que últimamente tengo abandonados a los amigos blogueros, que circunstancias variadas me tienen hace un tiempo, muy dispersa. Aunque eso tengo que arreglarlo. Me he propuesto entrar en sus blogs pidiendo miles de disculpas por no haber acudido a la cita, con un aire renovador y seguramente alguna nueva arruga facial, de esas que te esculpe el paso de las primaveras vividas.
Por eso hoy, porque sé lo complicado que resulta estar, quería dar la bienvenida a esos lectores nuevos a los que de repente veo aparecer entre la lista de contertulios. Espero sinceramente que os quedéis por aquí, porque sois la sal de esta salsa. Me encantaría que os llegara, en forma de beso sonoro, mi agradecimiento y mi simpatía.
Os prometo a todos, a los recientes y a los que vivís aquí, en este saloncito, desde el principio de los tiempos, que voy a seguir empeñada en la idea de escribir sentimientos. El blog es para mí mucho más que una muestra estilística, muchísimo más que un diario donde dejar pensamientos plasmados. La tertulia del café siempre ha sido el reflejo del banco en el parque donde compartir confidencias, el espacio del alma donde guardas lo bonito, lo sincero, lo cotidiano y hasta lo cruel, porque eso es en definitiva la vida.
Bueno, yo como siempre os voy a emplazar a la próxima cita, que creo que va a volver a ser semanal, con plazos cumplidos. Como decía alguien a quien admiro, os espero en esta mi casa que es la vuestra. Buena semana.

lunes, 14 de abril de 2014

El rito

Parece que la primavera se empeña en ir y venir, en jugar con nosotros al escondite y aturdirnos con un sol de justicia que al momento se refugia entre las nubes. Pero no puede engañarnos, no puede engañarse. Ella sabe que es la hora de llegar y no hay tiempo de entretenerse en el camino, ella intuye que en la calle la están esperando los sentidos, que todo huele a incienso y sabe a clavo, que la vida ha vuelto a tomar las riendas, dejando a su paso aroma de azahar y manzanilla.
Me gusta la Semana Santa. Tengo la sensación de que hay algo de mágico en esta época del año, algo de rito ancestral que debo llevar en los genes que me hace sentir diferente, como envuelta en un ciclo antiguo que muere para comenzar de nuevo. Por eso es momento para incitar a la rebelión, para obligar a los amigos, a la familia, a los que queremos, a asomarse a su ventana bajo la que se ve el mundo, a tomar aire fresco y llenar hasta los topes los pulmones. 
Me parece que esta resurrección que celebramos no es otra que la propia alegría de estar vivo. Para mí no hay más verdad ni más diferencia. ¿Seguimos aquí? Pues ¡bien por la vida!

martes, 1 de abril de 2014

La alcaldesa de París

Hoy he compartido en facebook una historia simpática. 
No sé si sabéis que desde el pasado domingo, París tiene nueva alcaldesa. Supongo que esa noticia, en otras circunstancias, hubiera resbalado por mi mente y sobre todo por mi memoria, con la categoría de una mera anécdota. Estando como estoy empachada de España, poco hueco puedo dejar en mi pobre intelecto a algo que me queda tan lejos y me resulta tan ajeno como la capital de Francia. 
Pero se da la circunstancia de que la nueva alcaldesa de París es de mi pueblo, de San Fernando, algo inusual y que aunque sólo sea por el sonido español de su apellido o por el hecho de saber que su familia vive aquí en mi tierra, hace que la noticia me toque más de cerca.
Reconozco que a pesar de ser paisana, cuando la vi en las noticias no me sonaba ni su cara ni su nombre. Me sorprendió, me hizo gracia, pero pensé que la única relación que Anne Hidalgo seguiría manteniendo con mi ciudad de nacimiento, serían los recuerdos contados mil veces por sus padres emigrantes, y probablemente alguna foto de la infancia con el fondo borroso de un rinconcito cañaílla.  
Es evidente que me alegré de lo que veía. A la simpatía que me provoca el hecho de que una mujer consiga destacar de esa manera en la vida, saber que sus orígenes están como los míos anclados al mismo mar y las mismas marismas, me recompuso por dentro. En mi familia también vivimos aquella emigración de los años setenta. Con ella aprendimos que la gente no abandona su tierra porque tiene aire aventurero, como quieren vendernos ahora. Supimos con el dolor punzante de las despedidas que las personas se van de donde nacen (en la mayoría de los casos) por pura necesidad, porque no tienen otra opción ni otra oportunidad. Todos se dejan un trozo del corazón en el lugar donde nacieron, donde quedan para siempre su proyecto de vida y sus raíces. 
Pero hoy, una amiga con la que comparto facebook y que pertenece como la alcaldesa al Partido Socialista, ha contado en muy pocas palabras la emoción con la que Anne Hidalgo saludó, casi gritando, a los representantes del Partido Socialista de San Fernando que habían acudido a París para celebrar su triunfo. En medio de una marea de periodistas, cámaras de televisión y flashes de victoria, seguro que el nombre que pronunció sonó con un tonillo andaluz, con ese deje tan nuestro que cuando los nervios nos impiden el control, sale directamente del alma. 
Ahora sé que la señora alcaldesa tiene atado el sentimiento a mi tierra. Sus padres se volvieron a casa en el año 92 y ella va y viene cuando las obligaciones se lo permiten. Ahora sé de buena tinta que por aquí tiene amigos con los que le gusta compartir playas; e incluso he oído que guarda entre sus nostalgias, una ventana con vistas a las salinas de la tierra que compartimos. 
Ojalá te vaya bien, Anne. Te lo deseo de todo corazón. Me gusta la gente que sabe distinguir a los amigos aunque le cieguen las luces del éxito, y hay veces que un simple gesto lo dice todo de una persona. Humphrey Bogart hizo famosa aquella frase que rezaba: "Siempre nos quedará París". París, ya lo tienes, pero no te quepa duda de que siempre te quedará La Isla de León como refugio. Aquí esperamos con los brazos abiertos a los que se van.
Muchísima suerte.
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