jueves, 16 de diciembre de 2010

EL BELÉN

Bueno ¿qué? ¿Cómo va el tema del Belén y el arbolito?
Este año, por compromisos y circunstancias variadas, voy extremadamente atrasada en estas cuestiones y tengo que confesar que a día de hoy sigo con la casa sin adornar. Esperando estoy “con ansia” que llegue el fin de semana para cumplir con honores con la tradición del mes.
Creo que lo que me ocurre es que desde que los niños se han ido haciendo mayores, esto de la Navidad ha perdido aquel puntito de deporte de riesgo que tuvo en mi casa durante un tiempo.
No sé si he contado ya que mis niños, en especial la mayor, han sido más bien “moviditos” y que a lo largo de su infancia me dí cuenta de que cualquier actividad que iniciara, podía llegar a convertirse con ellos en una historia para no dormir, digna de ser recordada.
Mi primer asalto fue con el árbol. La niña apenas andaba y nos dio el arrebato de papás recientes, esa ilusión primeriza que te entra con la novelería que hace que te pases el primer año de fiesta en fiesta, disfrazando a la niña de pastora en diciembre, de princesa en carnavales y de flamenca en la feria. El caso es vivirlo todo. Pues bien, allí estuvimos cumpliendo con la estampa ñoña, dejándola poner las bolas, dibujando su primer “christmas”… Fue moverme un minuto, el tiempo de alejarme de ella y tuve que salir de estampida al oír un ruido raro: mi hija, que supongo que tenía más ilusión por tener una mascota que por aquel extraño objeto, había pegado un tirón a una guirnalda y se paseaba por el salón, así como la que no quiere la cosa, arrastrando el árbol de Navidad lo mismo que si estuviera sacando a Nela, una perra que tenía mi cuñada y que a ella la volvía loca. Claro, las bolas por el suelo, la nieve artificial pringando mi antigua alfombra…Desde entonces, a partir de ese año, mi árbol de los deseos se ponía, y esto lo juro, atornillado en un mueble.
Pero con eso de que el hombre es el único que sigue tropezando aunque le duela el morado, se me ocurrió ampliar la tradición poniendo también el Belén. Vamos, como para rizar el rizo.
El primer escollo fue mi marido. Tengo que explicar que tiene como hobby hacer maquetas y que además las hace muy bien, el tío es un experto. Pero claro, eso lo convierte en un purista y aquel hombre sufría lo indecible con el fallo de las escalas. Se pasaba el día protestando porque la oveja era dos veces más grande que el cerdo, porque a la Virgen había que empujarla para que entrara bien en el pesebre y sobre todo por un pastorcito enorme, que hubiera aplastado al burro de haberse subido en él. Y yo que sé…las figuras eran de distintos paquetes y no había manera de que cuadraran en el mismo cuento.
Como mi familia es muy de tradiciones, vinieron todos al cafelito con la excusa de montar el Nacimiento. Ocho o nueve figuras que tenía aquello, pero el caso es juntarse. Tanto jaleo de primos, de adultos, de pasteles que cuando se fueron todos, me dí cuenta que el niño que iba a nacer había desaparecido. El Belén que era de los veinte duros tenía unas figuras enanas y el niño, no quiero ser irreverente, pero que por tamaño podía haber sido una mosca, no volvió a hacer acto de presencia nunca. Mira que siempre he creído que alguien tuvo que llevárselo en la suela del zapato al pobre. Tantos tiempo en la bolsa de plástico y no llegó ni al estreno.
Ese Belén fue la leche. ¡Y lo que lo disfrutaron…! Las figuras no estaban quietas, más bien iban y venían. Mi madre con mucha guasa me dijo un día que llegó: lo que más me gusta de este portal es que es viviente. Vamos lo digo porque los pastores están encima de tu cama y San José en el cuarto de baño.
Una tarde me llamó mi marido y me enseñó las figuras. Estaban todas juntas, de pie, con aire muy digno, pegadas hombro con hombro y mirando hacia el mismo sitio. Miguel me miró y me dijo: ¿ésto que es un Belén o una manifestación de Astilleros?
En fin, que los años pasan y da nostalgia mirar atrás. Ahora el pequeño tiene nueve años y ya es un chaval. Son mis sobrinos los que han cogido el testigo de las travesuras y a ellos les toca escribir ahora, su propio cuento de Navidad.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

oleeeeeeeeeeeeeeeeeee que arte encima ateo como yo.
Y yo además de las puerta de tierra este año he hecho la torre de pisa. por lo doblao mas que na

Anónimo dijo...

jajajaja me he reido mucho mame,que arte.pero no has contado que ese mismo belen fue tambien durante un tiempo parking de los coches micromachine del miguelito.

Rosa dijo...

Anda que vas un pelín atrasada eh ???... con el curro que lleva el asunto, tenerlo apenas dos semanas no merece la pena. Yo tengo los deberes hechos desde el puente de los control...ejem, perdón, de la Constitución. Me identifico plenamente con muchas de las anecdotas que has contado.. je je. Saluditos.

JCR dijo...

Mamen, muy divertido, con estas historias y el video del blog de Fer dentro de unos minutos recogeré a mis hijos más contento que unas castañuelas.
Con el belén tengo afinidad con tu marido, me gusta que parezca real ¡qué quede bien! y también contigo ya que mis hijos alguna que otra nos prepararon para dichas fechas, entre el pequeño que quitaba las bolas y adornos del árbol para esconderlos en su habitación como tesoros, pasando por el mayor que le gustaba poner a Batman, Supermán y demás héroes con las figuras del belén, no había manera de mantener aquello en orden, lo mejor la alegría de compartir esa felicidad.
Un fuerte abrazo y feliz fin de semana, que disfrutes con tus adornos de navidad.

JUAN PAN GARCÍA dijo...

¡Ja,ja,ja ! Cuánto me he reído.
Yo tengo puesto un Belén de cartón de esos que se despliegan sobre la cómoda. Ya ni árbol pongo. Antes, cuando los niños eran pequeños, si ponía un abeto de un metro y medio de altura; pero mi gatita Elsa saltaba para coger las bolitas y rompía los cables de las luces, a punto de provocar un cortocircuito.
Encantado de leerte. Felices fiestas.
Saludos.

Mamen Orcero dijo...

Como ya decía en la entrada anterior, la Navidad tiene algo de triste que no me gusta, pero luego tiene esta parte maravillosa que la hace ser una de las épocas del año que deja más anécdotas y recuerdos de los que quedan toda la vida. Vamos a disfrutarla lo mejor que podamos que la vida es muy corta. Hay que aprovechar para ver a la familia, a los amigos...que al fin y al cabo a la hora del recuento es lo único que suma puntos.
Un beso
Ah! id preparando vuestros oídos que el villancico de mis niños está prácticamente listo.

geli dijo...

Ja,ja,ja que buenos recuerdos, cuando María iba en el andador corriendo y ponía como meta de la carrera el árbol, y el pobre abeto más mareao que en una tormenta en la punta del Veleta.
Ayer lo pasamos genial, con todos los niños cantando el villancico, todos juntos, ocho que son y de todas las edades, pues resultó muy, muy divertido. Eso sí, cuando terminaron con "el cante" y de aporrear la batería, me acosté sin cenar ni nada, mi cuerpo no podía más..
Para mi lo bueno que tiene la Navidad es que no tienes ni un día de descanso, y a mí que me va la marcha..., siempre me estoy quejando de que no tengo ni un minuto para descansar, pero en cuanto que tengo 5 minutitos sin nada que hacer me aburro y me deprimo, así que como en las navidades se va a marcha forzada, comidas con amigos, con compañeros de trabajo, con la familia, reuniones de villancicos, reuniones para poner árboles y belenes(que vamos de casa en casa con la excusa de ayudar), reuniones para ir de compras.... ¡Viva la Navidad que no me deja descansar!

Mamen Orcero dijo...

Tengo la batería grabada en la cabeza como un tatuaje virtual. Yo también me acosté tal y como llegué. El rubio del grupo no sé si va a ser batería o terrorista del IRA porque me dejó muerta...ja, ja...

Anónimo dijo...

terrorista......doy fe.

Anónimo dijo...

Jajaja que bueno. También me acuerdo de una navidad, que, por supuesto, fuimos todos a casa de Mamen a poner el árbol, y no se que había pasado, pero al árbol le faltaba un soporte y no se mantenía en pie. Primero todos poníamos de nuestra parte para que aquello se izara, pero al final todos estábamos sentados en el sofá y allí se quedó el pobre de mi cuñado Miguel, soltándole todo tipo de maldiciones al pobre árbol que no había manera de levantar. Chari.

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