Igual que diciembre deja en nosotros imágenes asociadas a la blancura de la nieve y el dorado de las campanas, enero se estrena cada año con otra escena , también tradicional pero esta vez un poquito más cutre: las rebajas.
Empezar el año con una señora alzando el puño de la victoria cuando entra la primera en el Corte Inglés, se ha hecho tan habitual que estoy por decir que la tienen enlatada desde hace no sé cuantos años y que nos la cuelan después de las uvas, con la misma premeditación y alevosía con la que llevan endosándonos año tras año, el color azul del verano de una serie que nunca acabó.
Allí está siempre ella, estoy segura que es la misma, sonriendo y gritando en una jerga ininteligible que aquello es la leche, que es lo más emocionante que le ha pasado en la vida, todo claro está, mientras se recompone la nariz que tenía aplastada contra el cristal de la puerta y se atusa el pelo para estar mona en la tele.
El lugar donde vivo, evidentemente, no se parece en nada a una gran ciudad. Para lo bueno y para lo malo, la vida aquí es diferente. Supongo que al no haber tanta demanda, la oferta tampoco es la misma y nuestras gangas son muchísimo más modestas, aunque también tiene su cosilla.
Confiada y confundida con la propaganda consumista de los medios que hablan de las rebajas como de una religión o una aventura, este año como el pasado me fui al centro comercial de mi pueblo, a ver si esta vez al menos podía traerme a casa un chollo de esos de lotería que me quitase de una vez por todas el mal sabor de boca y la decepción de la del Niño. Claro que pronto me di cuenta de por qué en la pequeña pantalla, la historia de la señora, viciosa de las rebajas, empieza y acaba en la puerta del establecimiento, con un plano de cámara corto que nunca muestra la cruda realidad en todo su contexto.
Llegar a las rebajas ya es un suplicio en sí mismo: coches por todas partes, aparcamientos abarrotados, desconocidos salvajes pegándote con el carrito en el talón, niños gritones y padres acordándose, entre dientes, de lo buen estratega que fue Herodes.
Luego viene el impacto “tienda”, cuando entras en Zara, Mango o esa famosa Stradivarius que tanto le gusta a mi hija, y tienes la sensación de que por allí deben de estar rodando algún tipo de película de desastres nucleares, con las que llenan las cadenas el espacio televisivo de una tarde de sábado: chaquetas con aspecto de bayetas del polvo, pantalones usados de alfombra, dependientas con caras de llevar una vida doblando inútilmente camisetas…
Eso sí, lo que queda es la música: ¡chumba, chumba! que yo no sé si es hip hop, reguetón o la madre que…ya sabéis, pero que a mí termina dejándome un dolor de cabeza de acostarme y sensación de vejez.
Luego, si es que entre los montones encuentras algo, prepárate para hacer cola en la caja. Mira eso sí, eso, si os digo la verdad, es de lo mejor de las rebajas porque entre el hilo musical, el tiempo que pasas allí esperando, y que una con esto de la crisis sale poco, llego a mi casa al final, con la sensación de haber estado como mínimo en el concierto de U2. Que digo yo que total por dos duros que me ha costado el trapo…no está mal la experiencia.
Como os dije hace ahora un año, a mí esto de las rebajas no acaba de convencerme, debe de ser algo innato y creo que no tengo el gen. Bueno, qué vamos a hacerle, lo malo es que ahora, como el día de la lotería, tendré que escuchar a la conocida estupenda que fue la misma tarde y a ella sí le tocó el chollo. Menos mal que yo digo como el otro: mientras haya salud…
7 comentarios:
Je, je, je... Mamen, creo que ya es la tercera vez que coincidimos en el tema de un post al mismo tiempo. Visiones complementarias de un mismo hecho. Queda chulo. Estoy de acuerdo contigo... Es dificil encontrar un chollo que una aguja en un pajar.
Saluditos.
Hola, Mamen, qué gusto leer tan amena y certera descripición de lo que son las rebajas.
Si a ello añadimos que nunca encuentras tu talla entre las piezas que te gustan... Y que entras buscando un traje y sales con unas botas de montaña...
Yo acompañé a mi mujer el otro día y después de estar loco buscando las tallas(sólo había hasta la 46) y llevar dos camisas rebajadas el 30%, la ponernme en la cola y ver lo larga que era y lo lenta que marchaba, dejé las camisas en un estante y me fui sin nada.
Un beso, amiga, y gracias por tu último comentario en mi blog.Mi mujer ya está operada y en casa. Todo fue bien.
Oye Fer, vamos a tener que pasarnos un cuadrante de temas, ja ,ja...no la verdad es que está bien porque así vemos dos puntos de vista, casi siempre coincidentes curiosamente, del mismo asunto. Está interesante.
En cuanto a tí, Juan: me alegro mucho de que ya andes por los blogs de los demás, eso quiere decir que tu mujer está mejor y hay más ánimo. Como siempre tengo que darte las gracias porque tal y como está el patio, es un verdadero privilegio recibir un piropo y no hay ni una vez que vengas al café que junto con tu opinión no me dejes una frase amable y halagadora.
Un abrazo a los dos.
No me gustan las rebajas, pero alguna vez que otra picas, sobre todo comprando deprisa ya que el ¡chumba, chumba! es para imprimir velocidad, mucha gente habrá que darle marcha y que salgan rápido y entre más gente.
Lo tengo comprobado puedes encontrar chollos a lo largo del año, ciertas liquidaciones, descartes de temporada, sobre todo en febrero con respecto a los artículos electrónicos.
La cuestión es encontrar el precio más bajo para ahorrarnos algunos euros, que bien nos vienen para otras cosas.
Suerte con las próximas rebajas.
Un abrazo.
Pues sí Mamen... a mí no es q me gusten eh... pero reconozco q este año tenía q comprar varias cosas y , por primera vez, me aventuré a las rebajas y bueno... la verdad es q es un poco lo q tú describes...Es un poco contradictorio, cuánto menos,...
Q tengas una feliz semani... un abrazo!
Hola.
bueno, yo tuve suerte. Me gusto una chaqueta negra, tallaS que me quedaba algo estrecha, pero más esbelta. Y me la llevé. Ahora tengo que engoger la tripa para cerrar la cremmallera. Pero fue una gran suerte encontrarla.
Un saludo
Bueno, bueno, parece ser que el que más y el que menos va a las rebajas ¿eh? je, je.
Quiero dar sobre todo la bienvenida a Yuria y su chaqueta esbelta. Esperamos que se la ponga para venir a tomar café.
Un saludo
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