Leyendo las noticias de sociedad, porque las otras mejor ni mirarlas, he visto que estos días la red ha hecho burla continuada de una frase que con menos fortuna que gracia ha dejado Bisbal en su púlpito de Twitter. El hombre hizo una referencia a las pirámides para quitarse de encima el compromiso de tener que dar una opinión más seria, sobre la crisis que se cierne en estos momentos en la tierra de los faraones. Yo no voy a criticar al chico porque no me creo heredera del espíritu humanista y no quiero ni pensar qué sería de mí si alguien me pusiera un micrófono frente a la boca, esperando una frase comprometida para la política, certera para los deportes o digna de admiración para los fans, todo mientras me afano en tirar del carrito de las maletas o de encontrar un taxi. Hombre, sólo te reprocharía, David, que si eres tú el que te has sentado tranquilamente tras tu portátil para dejar una prueba histórica de lo intelectualmente enterado que estás de lo que pasa en el mundo, digo yo que con sólo abrir el Google, ya hubieras tenido una base para no caer en el tópico. Y es que tienen un poco de razón los que te critican, porque oyéndote decir aquello de lo poco transitada que están estos días las pirámides, te aseguro que me vino a la mente el recuerdo del chiste del hombre aquel que para agasajar a un ruso, no hacía más que deshacerse en halagos hacia la ensaladilla (rusa), la montaña (rusa) y como no, hacia los polvorones (de la Estepa, por supuesto rusa).
Y es que hay que ver como algunas frases se quedan para siempre en la memoria, identificándose por los siglos con aquella persona que la hizo célebre o más bien que la perpetró. Unas veces es un refrán o un dicho que repetía la abuela y que siempre recordaremos con cariño, otras tienen su guasa como aquel “en dos palabras: im, presionante” que salió chirriante del intelecto imposible del amigo Jesulín y las más sólo son recuerdos borrosos de alguien con quien ya no coincidimos, pero que nos dejó marcados, lingüísticamente hablando, con una coletilla que era suya y desde entonces, a fuerza de escucharla se hizo nuestra.
En mi familia cada vez usamos más una frase que curiosamente resume en ella toda una filosofía de vida. Desde que hemos ido creciendo con la llegada de los pequeños monstruitos invasores, la risa de nuestras veladas de los viernes se ha visto turbada enormemente con esa retahíla de quejas, lloriqueos y aspavientos con los que los niños saben perfectamente arruinar cualquier reunión social que se precie, por motivos tan variopintos como la negación del primo mayor de dejarle el color verde, o la imposibilidad de conseguir la dichosa maquinita que le niega la prima pequeña.
Cada cinco o diez minutos es uno distinto el que se acerca, siempre a la madre o al padre del que lesiona sus derechos fundamentales, para hacer constar a éste el motivo de su queja:
- Tata, fulanito no me deja el globo…
Para esas ocasiones, los adultos hemos acuñado una frase digna de ser tenida en cuenta a la hora de premiar una patente. Poniendo cara seria, como que tomas en consideración la magnitud del problema presentado, hay que decir en el tono apropiado: “Dile que venga”.
Estas tres palabras que alguno pensareis que no son dignas de ningún elogio, no tienen su mérito en sí por la norma morfológica que las ordena, es más bien el tono el que tiene algo de mágico que la mayoría de las veces funciona. Se trata de que así, con esa modulación formal, el sobrino piensa que está siendo tomado en serio, y la mayoría de las veces mientras va, busca al otro y le repite el mensaje que nosotros le hemos dado, puede suceder, eso sí con un poco de suerte, que a la mitad del camino ya se haya olvidado de cual era el encargo, o que al minuto siguiente sea diferente el capricho, otro de los primos el que entre en el litigio y otra madre la que sea interpelada con la queja. Supongo que la frase será un complemento veraz de aquel dicho que señala que "entre que va y viene, el hombre se entretiene".
Como otras veces, como siempre, el poder de las palabras me cautiva y la ingenuidad de los niños me conmueve.
9 comentarios:
Ja ja ja !!!... lo siento pero la frase del "Dile que venga" ya tiene copyright y además caducada para uso universal... me temo que cuando vayas a patentarla como propia te la van a echar para atrás. ;)
Ja,ja,ja. Pues yo tengo otra palabra que hacía temblar a los niños díscolos: Un compañero de trabajo acostumbraba a decirle a su hijo cuando se negaba a comer o no le obedecía en otras materias: " Si no comes, llamo a Juan Pan"
y yo no sé qué se le infundiría al niño mi nombre, pero según me contaba su madre, con sólo decirle eso el niño se ponía a comer enseguida.
Feliz fin de semana.
Me encanta la entrada Mamen, sobretodo porque, creo que fui yo la que incluyó esa frase, ya típica, en nuestros amenos viernes en casa de los abuelos. La verdad es que funciona, aunque, no se por cuanto tiempo, creo que nos vamos a ir teniendo que inventar otra cosa, porque, son niños pero de tontos no tienen un pelo.
Me he reído mucho con el comentario de Juan, lo voy a probar con mi chiquitito, que no come nunca, a ver si funciona. Charito.
Los personajes públicos tienen que medir sus palabras y no es que no puedan equivocarse, son humanos, pero seguro que todo el mundo saca punta, como si los demás estuviéramos libres de pecado y siempre tuviéramos las palabras adecuadas.
Recuerdo algunas de ellas, ¡venga hombre! ¿qué te hacen? o aquel que le toca la frente y le dice ¡tienes fiebre, ayudar al chaval! cualquier recurso para intentar que se calmen y poder continuar con ese pequeño rato, pero la mejor de todas y que todavía no sabemos como lo hace, pero el personaje en cuestión se levanta, habla con ellos y se quedan callados durante un buen tiempo, el secreto lo tiene mi amigo y los niños, no tenemos manera de averiguarlo, algún día nos enteraremos.
Buen fin de semana.
Ay Juan, qué gracia. No me imagino lo que al chiquillo se le vendría a la cabeza con tu nombre, pero veo que mi hermana ha tomado buena nota, a ver si hay suerte con el "desganao".
JCR, yo desde aquí lo que querría pedirte es que cuando acabeis de explotar a ese amigo fantástico, que me lo mandes "pa" el sur. A mí con lo del rato de silencio ya me tiene como amiga para toda la vida.
Yo no me he enterado de nada que haya dicho Bisbal, se nota que hace un lustro que no veo la tele, en fin, cosas de madres.. no salgo del canal Disney.
En cuanto a frases que quedan marcadas de nuestros famosillos, recuerdo la del "Estar en el candelabro" de Sofia Mazagatos... si que le dieron caña con el tema, jeje
Chiquilla, qué me he reído con lo del ruso¡ Leyendo y escuchádote todos los días me doy cuenta que no sé una papa de ná. Ahora bien , de paciencia con los niños estamos bien despachadas. Sobre todo, con estos con esas personalidades tan requetemarcadas.Pero yo he optado en ciertas circunstancias por poner mi mente "en blanco y negro", como diría mi hija Paola,y hasta la próxima. Porque , al fin y al cabo, ¿quién sabe más, el que está aprendiendo o el que está olvidando? ¡¡Lo que hay que aguantar¡¡
Anda geli que entre el canal Disney y las composiciones de piano de tu hija, de ésta te veo en el psicoanalista como los personajes de las series yankis. Ja, ja.
Bueno, en cuanto al personaje del que habla la madre anónima-conocida del anterior comentario, la verdad es que tiene tela. A esa frase contundente y rotunda de su hija, según la cual ella lleva siempre la razón porque sabe más el que está aprendiendo que el que está olvidando, habría que añadir aquello que te decía cuando te miraba en la foto de boda, no quiero hacer sangre pero era algo así como que estás muy "deteriorada". Ja, ja, ja.
Geli, tambien está lo de "hemos estado toda la noche reunidos..." con acento tejano de Aznar, "casi todas las importaciones en EE.UU. son del extranjero" de Bush y el "viva Honduras" que gritó con aire marcial el ministro Trillo en El Salvador.
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