Hoy he visto a mi hijo hacer unas actividades para el cole
sobre el día de La Constitución. Y
escuchándolo hablar de deberes y derechos he tenido, no sé por qué, la sensación
de que este año algo ha cambiado.
Supongo que como en todo en la vida, los momentos de crisis
y penurias económicas hacen que la gente se replantee cosas que antes se daban
por bien hechas o bien adquiridas y que en cambio ahora, no sé si por el estado
continuo de melancolía en la que Europa nos tiene imbuidos, me han hecho ver a
nuestra Constitución ojerosa, ajada y tocada mortalmente en algunos puntos que
yo creo fundamentales en la esencia de su creación.
Hubiera sido impensable por ejemplo, hace apenas unos años,
que hubiera un clima tan hostil hacia la monarquía. Nuestro Rey, al que
aceptamos en un ejercicio de conciliación política para hacer más fácil el paso
de un sistema a otro, tenía ganado un respeto que él mismo se labró, aceptando
el papel que se le daba y accediendo a representar a la España que el pueblo elegía
democráticamente en las urnas. Hoy nos enfrentamos a una monarquía que parece
que se desvirtúa a medida que Juan Carlos se hace mayor, y la familia “supuestamente”
(esto queda muy bien en la tele), multiplica los dispendios y las apropiaciones
indebidas en nombre de la Casa Real.
Esa norma legal, tan estudiada y tan protegida de los
cambios bruscos, tan custodiada de los vaivenes ideológicos de las distintas
formaciones que pueden gobernar, ha sido cambiada y retocada estructuralmente
en dos días, en nombre de mercados económicos que nos son ajenos.
El derecho al trabajo, ese pobre argumento ha quedado
travestido en un “ojalá tengamos trabajo” que es a lo máximo que puede aspirar
a decir un político serio, porque la posibilidad de cumplir ese precepto ha
dejado de estar en nuestras manos.
El derecho a la vivienda digna, ese está siendo vulnerado
cada día con políticas favorables a los Bancos, que en su favor han hecho del
desahucio el pan que nos comemos, con las noticias, cada día.
Y por encima de nuestras normas cuidadosamente elaboradas,
por encima del juego que propusieron denominado democracia, se ha instaurado un
movimiento de indignación y de pundonor que ruge en las calles y que no hace más
que decirnos en voz alta, que esta Constitución nuestra con la que creíamos
crecer seguros, se ha convertido en papel mojado en manos de unos tecnócratas
ambiciosos, que deciden desde su sede en Bruselas quien debe gobernar o a quien
proporcionar jaque mate en una jugada maestra.
¿Qué nos queda? Nos queda una bandera que parece que sólo
nos representa a todos cuando juega Rafa. Nos queda un macro puente con el que inaugurar diciembre. ¡Ah! sí y un himno, una música sin
letra que tarareamos juntos cuando mete un gol Iniesta.
Qué pena me da.
5 comentarios:
Hola MDF.
Si la pregunta ¿me censurarán? va dirigida a este blog, te aseguro que no es esa mi línea. En cuanto a tu pregunta de ¿qué tenéis que celebrar? Si has leído el texto, eso es exactamente lo que quiero decir con él, que tengo la sensación de que el discurso ha cambiado con los años y hay muchas cosas nuevas que se plantean, abanderadas por el movimiento de indignados entre otros y que seguramente evolucionarán, como todo en esta crisis que vivimos.
Ahora, te aseguro que no todos miramos hacia otro lado. Es verdad que unos protestan con más vehemencia que otros pero somos muchos los que queremos que las cosas cambien.
Un saludo
Mamen, coincido contigo en todo lo que dices. Por vez primera se me ha olvidado que hoy es fiesta en memoria de la Constitución.Ya no es la misma que firmaron nuestros representantes,la han cambiado sin pedirnos opinión.Ya no sabemos ni para qué sirve el Gobierno si manda el Mercado. Eso sí, estaré gritando con los indignados mostrando mi desacuerdo cada vez que me convoquen.
Y ahora con tu permiso preguntaré al usuario MDF de dónde es, pues al decir ¿Qué tenéis? se excluye como si no fuera con él, como si no fuera español, y entonces no tiene nada que decirnos, ya bastante gente nos maneja a su antojo desde todas las intituciones mundiales.Y si es español lo que tiene que hacer es unir voluntades y no disgregar con sus insidioso comentarios. Me pregunto si al menos ha salido a la calle a manisfestar su descontento, pues yo no he visto en las tres manifestaciones a las que he asistido ni parados ni gitanos ni muchos grupos de los que en internet y la tele protestan. En Jerez éramos sólo dos mil personas de una provincia que cuenta con el 30% de su población en paro, y la mayoría de los participantes eran maestros, enfermeros, jubilados y estudiantes.Escucho muchas quejas en bares y plazas contra el Gobierno y la situación; pero no veo a ninguno de los que hablan en las manifestaciones: ellos prefieren mirarnos desde la mesa de un bar o desde la acera. Un beso, Mamen, y perdona por ocupra tu espacio.
Es verdad que todo está cambiando porque la gente está muy desesperada. Cuando no hay trabajo y se ven tan malas noticias parece que no sirve para nada la política ni los politicos por eso la gente se indigna.
Está muy interesante los puntos que te planteas porque aunque tenemos derecho al trabajo, si no hay.
Mar
Da miedo una Constitución que se puede cambiar en una semana, sin permiso ni opinión del pueblo, para facilitar al nuevo gobernante, poder gobernar a su gusto y antojo. Veremos en los próximos años cuantas otras modificaciones sufre.
Pues sí, esa es la impresión que tenemos todos, de susto y de desconcierto. Es una pena que algo que empezó con esa ilusión y con esas ganas esté degenerando. Aunque quien sabe, tal vez los nuevos movimientos signifiquen mucho más de lo que creemos, y sean el orígen de algo nuevo y mejor. Yo creo muchísimo en la juventud porque ellos son el futuro y aunque todos participemos, es lógico que estas manifestaciones de indignación la encabecen ellos. Ánimo.
Gracias por vuestros comentarios. Ah, Juan, el espacio no lo ocupas, lo llenas. Un saludo.
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