No me acostumbro a la idea de la fragilidad. Nunca me
acuerdo, nunca nos acordamos.
Giramos sin parar, sentados sobre las manecillas de un reloj, sin ser
conscientes de lo fácilmente que se parten los hilos que nos tienen hilvanada
la vida. Andamos peleando guerras absurdas en las que el final de una batalla se
encabalga con el inicio de la que está por llegar, dejando esparcido un olor
acre a pólvora que enturbia el ambiente. Nos creemos los reyes de un mundo que
es tan pequeño, como la parte del cerebro que lo ha creado a medias con el
corazón. Caminamos poniendo la espalda recta, con aire ensayado de líder de
algo que aún no hemos inventado, con la seguridad del que piensa que tiene el
mundo bajo control.
Pero de repente, el destino, la casualidad, lo que tenía que
pasar acaba pasando y un día el lobo se revuelve enseñándonos de manera
provocativa los dientes. Una enfermedad, un accidente, un atentado, una mala
suerte indefinida pero dolorosa nos planta cara sin pudor, sin aviso ni
misericordia. Somos nosotros mismos o la gente a la que quieres, la que anda
por la cuerda floja del peligro, mientras el reloj para en seco el segundero del tic tac, el
cielo se viste de un color gris ceniciento y el sol, como un enemigo traidor, nos
abandona para esconderse.
Ahí ya nada vale nada. No hay diferencias de ricos y pobres.
No hay palabras lisonjeras, amores apasionados ni calor de madre que apague
esta sensación de vacío que se apodera de ti. Es una experiencia agria, pero que
nos invita a pensar. Os advierto que hay que tener cuidado porque sólo tenemos
unos minutos para la reflexión, sólo nos damos a nosotros mismos un momento,
antes de que la vida nos devuelva al rutinario pasar de las horas de contienda,
antes de que volvamos a olvidarnos de presagiar que estamos aquí de paso, que
igual esta vez sólo nos ha rozado, pero que en la vitrina de cristal en la que
soñamos vivir, únicamente somos unos seres frágiles.
4 comentarios:
Pues sí Mamen, siempre se nos olvida que estamos aquí de paso y que en el momento menos pensado nuestra vida cambia para siempre y ese cambio es doloroso. Y se me vuelve a olvidar otra vez por ejemplo que no es un problema los kilos de más que haya cogido tras las Navidades, o que las casa siga desordenada con un montón de juguetes por medio, y no recuerdo que tengo que disfrutar cada momento bueno, cada minuto con mi familia, dando importancia a lo que de verdad la tiene.
Quizás suene a tontería, pero he empezado el año apuntando en una agenda cada momento bueno que he tenido a lo largo del día, cada ratito especial por algo en concreto que me haya hecho sentirme bien, y fíjate que algún que otro día me ha faltado espacio.
Esta noche, antes de dormir, apuntaré en mi agenda que me gustó mucho tomarme el café contigo, que me sentí cómoda dando mi opinión, y que tu post me ha hecho nuevamente reflexionar y al menos por hoy voy a disfrutar de la vida con otros ojos. Que no se me olvide por hoy que somos frágiles como tú bien dices. Besos Mamen.
Gracias por este comentario tan bonito, Encarni. Qué buena idea apuntar en una agenda lo bonito del día y qué honor que este cafelito llene renglones de ese cuaderno. Te conozco y sé que si la gente que te conocemos escribiéramos también nuestra propia agenda, sin duda formarías parte de ella porque eres una persona detallista, amiga, con la que se puede contar. ¿Ves? Y luego me preguntan que por qué escribo un blog. Si sólo fuera por ratitos como éste, ya merecería la pena. Muchos besos
Hoy,domingo desagradable,lluvioso,lo único que apetece es estar en casa con la estufita, la mantita y después de muchos días (siento ser tan vaga)he entrado en tu blog y he leído lo de "frágiles" y me ha encantado, qué razón tienes, somos como decía Serrat, barquitos de papel, que la corriente lleva... nos pasamos el día preocupados por los problemas cotidianos, que a nosotros nos parecen importantísimos sin darnos cuenta de que lo realmente importante se nos escapa. Se nos pasan los años intentando adelgazar (uf!! el tema de cada principios de enero), proponiéndonos mil y un propósitos (valga la redundancia) que al final no cumplimos.
En fin, no quiero enrollarme más, sólo decirte que a pesar de nuestra fragilidad, todas (y de eso estoy segura) llevamos dentro una Beatriz, una magnolia, que nos hace al menos intentar sobrellevar el día a día.
Gracias Mamen, por poner en palabras lo que pensamos pero no sabemos expresar.
Ani.
Hola, guapa!
Cuánto tiempo sin saber de ti!
Tengo un nuevo concurso en el club al que perteneces. Te dejo el enlace por si te interesa:
http://elclubdelasescritoras.blogspot.com.es/2015/01/te-gustaria-conseguir.html
Saludos y feliz jueves!
Pd: Si no te interesa participar pero, en cambio, sí quieres ayudarme a promover mi novela, te estaría muy agradecida si lo hiceras!
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