La primavera ha venido y este año todos saben cómo ha sido.
Por primera vez desde que tengo memoria, el buen tiempo no ha conseguido tomarnos de la mano por sorpresa ni asomarse una mañana a la ventana disfrazado del aroma de las flores. Y es que esta vez todos lo estábamos esperando, asomando la cabeza en la tormenta y atisbando entre los negros nubarrones.
Dicen que hace décadas que no habíamos tenido un invierno tan duro.
En esta parte de España, donde estamos acostumbrados a mirar el color del arco iris después de una mañana de lluvia, parecía que nunca seríamos capaces de nuevo de encontrar el sendero que conduce al calor del verano y a la arena de una playa que ha sufrido, como nosotros, de una gripe extraña por la que un día estornudó sus dunas.
Pero el ciclo de la vida parece estar poniendo de nuevo cada cosa en su sitio. El sol ha venido por fín a disculparse, en mi calle huele a playa y a marisma y la tarde reposa entre los parques y en las plazas donde el aire sabe a chuches y suena a juegos.
Hay quien piensa que este año hemos tenido un adelanto de lo que el cambio climático está dispuesto a regalar si seguimos cuesta abajo y sin el freno que un día se llevó la inconsciencia, confirmando en cada gesto la crónica negra de un desastre anunciado.
Yo espero que los pájaros de mal agüero se equivoquen y que la Tierra que es madre nos disculpe los desmanes. De momento, tengo ganas de desperezarme mirando de frente al sol para cargar de energía la batería de mi pobre espíritu invernal. Necesito dejar que el aire me ventile los armarios donde guardo el sentimiento. Es el tiempo de las mariposas, de las flores, de la vida...
Por primera vez desde que tengo memoria, el buen tiempo no ha conseguido tomarnos de la mano por sorpresa ni asomarse una mañana a la ventana disfrazado del aroma de las flores. Y es que esta vez todos lo estábamos esperando, asomando la cabeza en la tormenta y atisbando entre los negros nubarrones.
Dicen que hace décadas que no habíamos tenido un invierno tan duro.
En esta parte de España, donde estamos acostumbrados a mirar el color del arco iris después de una mañana de lluvia, parecía que nunca seríamos capaces de nuevo de encontrar el sendero que conduce al calor del verano y a la arena de una playa que ha sufrido, como nosotros, de una gripe extraña por la que un día estornudó sus dunas.
Pero el ciclo de la vida parece estar poniendo de nuevo cada cosa en su sitio. El sol ha venido por fín a disculparse, en mi calle huele a playa y a marisma y la tarde reposa entre los parques y en las plazas donde el aire sabe a chuches y suena a juegos.
Hay quien piensa que este año hemos tenido un adelanto de lo que el cambio climático está dispuesto a regalar si seguimos cuesta abajo y sin el freno que un día se llevó la inconsciencia, confirmando en cada gesto la crónica negra de un desastre anunciado.
Yo espero que los pájaros de mal agüero se equivoquen y que la Tierra que es madre nos disculpe los desmanes. De momento, tengo ganas de desperezarme mirando de frente al sol para cargar de energía la batería de mi pobre espíritu invernal. Necesito dejar que el aire me ventile los armarios donde guardo el sentimiento. Es el tiempo de las mariposas, de las flores, de la vida...
4 comentarios:
Bonitas palabras, sinceramente tengo ganas de dar un paseo por la playa, aquí donde vivimos, pasamos del frio al calor sin previo aviso, (pero siempre existen formas para disfrutar), demasiado duro el invierno, que bien suena esa plaza. Un abrazo.
Cada lugar tiene su encanto. Yo soy una verdadera enamorada de Madrid y sus alrededores por todo lo que ofrece, por lo cosmopolita que es. Cada vez que puedo ir disfruto simplemente mirando a mi alrededor. Qué tengais una buena primavera.
Saludos desde el Norte,que es donde está mi hogar temporal,donde es más difícil controlar la llegada de la primavera.Cuando me vaya pa el sur ya será verano y este año me quedaré sin primavera.
Bueno hermanillo, de lo que te vas a librar es de la alergia porque están los alérgicos por estos lares con la nariz como un pimiento morrón. Este año ha llovido muchísimo y no veas como está todo de flores, de polen... Además si agradable es la primavera, el verano es "lo más". ¡Como han crecido los rubios desde el verano pasado!
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