viernes, 18 de junio de 2010

EL COLOR DE LA DECEPCIÓN

He oído decir que los colores reflejan el sentimiento y el estado de ánimo del ser humano. De hecho la publicidad lo sabe y se aprovecha para captar con la fuerza de la imagen, el significado de esas mil palabras olvidadas en la dejadez estudiada de un gesto.
El gris es el color de la tristeza, es verdad. Todos por desgracia hemos sentido alguna vez esa sensación plomiza que se apodera del alma en el minuto en que el mundo se congela y el calor del sol no brilla.
El verde tiene sabor a la esperanza. Debe ser porque la naturaleza que es la vida, nos cuenta cada primavera que el ciclo es eterno y que detrás del invierno siempre llega, aunque a veces cueste vislumbrar el horizonte, el despertar del aroma de las flores y el esplendor del bosque de los cuentos.
El blanco envolverá para siempre la inocencia y encalará las paredes de mi tierra para aliarnos con el sol del mediodía y devolvernos cada tarde a la pureza.
Yo quisiera vestirme para siempre del naranja alegre de la fiesta, aunque sé que me cuesta despejarme del azul que le dejó al corazón la profundidad del mar y será siempre el que me dé la confianza.
Pero ...cuál es ¿lo habéis pensado alguna vez? el color de la decepción. Ese que hemos visto a menudo en la cara de la gente y en la nuestra cuando el sueño que esperábamos no llega. Es el gesto del día 6, cuando tu Melchor particular no acertó con el regalo aunque pasaste la Navidad haciendo elocuentes comentarios sobre lo que deseabas. Es la mueca del vecino del primero que piensa que voy a dejarle el aparcamiento, cuando sólo he bajado a buscar la chaqueta que olvidé. Es el rostro de mi España aquella tarde en que los millonarios del balón terminaron el partido sin pegar un palo al agua.
Esta claro que hace dos días el color de la decepción fue el rojo. Se quedó en un burdeos apagado como mustio y se llevó en un rato consigo el mito de la pasión y la leyenda.
En fín, lo que parece que está claro es que el arco iris se nos ha puesto de huelga y se ha dado la vuelta. Pero ya está bien, yo creo que es hora de ponernos las pilas, de agarrar con fuerza el pincel corrector de las imperfecciones de la vida y salir a dibujar de nuevo el frescor de las mañanas. Y ésto no sé cómo se hace pero tenemos que hacerlo.
Ahora, eso sí, de postre melón. Voy a tardar una década en volver al petit suisse (suizo se entiende).

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola. Yo tampoco voy a comer petit suisse en mucho tiempo. A mí se me quedó una cara que no veas.

Anónimo dijo...

Bueno,comentar que está teniendo más aceptacion la charla paralela de "la tertulia" en el facebook así que creo que que me paso a los paralelos jajajaja.De todas formas decir que creo que el fallo de la seleccion es siempre el mismo,no se lo creen,y no es un equipo que ante la adversidad de ir perdiendo se crezca,sino que se hunde,pero bueno esperemos que rectifiquen esa aptitud a tiempo.

Mamen Orcero dijo...

Llevas razón primu y tengo que hacer una entrada sobre ésto. Desde que he enganchado el blog con el facebook, los comentarios se hacen desde allí. Supongo que lo hace más cómodo, aunque para mí el blog tiene algo de familiar, de mesa camilla con el mantel que me gusta más. Las entradas siempre las haré desde aquí aunque lleve dos tertulias paralelas

Anónimo dijo...

Sorry,quise decir actitud no aptitud,con esto de que tengo el nivel 2222 de Inglés se me está olvidando hablar español jajajajaja.AMILITARYMAN

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