viernes, 13 de abril de 2012

TITANIC


No dejará de sorprenderme nunca el poder que ejerce sobre nosotros el cine y la televisión. Podemos llevar una vida entera oyendo hablar de un acontecimiento o un personaje sin prestar la más mínima atención a lo que nos cuentan, poniendo el oído justito y necesario para aprobar, si se trata de un tema evaluable en nuestra vida académica, o para seguir por encima la conversación del pesado que nos toca de acompañante de mesa en la boda del primo de una prima a la que nos vimos obligados a asistir.
Pero un día, sin esperarlo, llega un director de cine americano, de esos  que son capaces, como el rey Midas, de convertir en oro lo que tocan y se despierta en el mundo mundial la fascinación por la mezcla de verdad y leyenda que él nos presenta.
Me da a mí que algo así es lo que está pasando con el naufragio del Titanic. Es como si se hubiera puesto de moda y hubiera que sacarle rédito a la fuerza al hecho de que se cumplan ahora cien años de que sucediera aquella terrible tragedia.
Desde que en 1985 Robert Ballard se enfrascó en la aventura millonaria de buscar el lugar donde reposan los restos, han sido muchos los que se han ido sumando al tema; algunos con rigor histórico y otros más bien enganchados a la posibilidad de lucrarse o buscando con calzador una historia de transfondo con la que poder justificar su creencia en las conspiraciones o en los misterios insondables, como nos demostró el domingo el amigo Iker Jiménez.
Si a esta bola que iba creciendo con la inclinación de la pendiente del éxito, le sumamos un toque romántico y los ojos azules de Leonardo DiCaprio, el cebo está echado y el éxito servido.
Pero lo que la mayoría de las personas posiblemente no saben es que por desgracia, el Titanic no es un hito aislado en la historia mundial de los naufragios y que, dejando a un lado el puntito de glamour que conlleva la historia contada por un guionista de cine, son miles los barcos que el mar ha devorado, algunos de ellos con un resultado muchísimo mayor en el macabro conteo de víctimas : por ejemplo el Wilhelm Gustloff, trasatlántico alemán que evacuaba civiles durante la Segunda Guerra Mundial y que fue destruido por un submarino soviético, dejando sin vida a 9.343 (sí, lo he escrito bien, 9.343) hombres, mujeres y niños.
Bajar al fondo del mar y encontrar un pecio es una experiencia única. Entender el sufrimiento y la tragedia que debieron vivir las víctimas que reposan en ese cementerio acuático es un deber que no puede, nunca, convertirse en un circo. Por eso no me gustan esas ideas rocambolescas de fantasmas y conspiraciones. No me hace gracia que un ricachón de tantos flete un barco para buscar psicofonías en el lugar del siniestro y que más de uno y más de dos utilicen el marco de la desgracia humana para forrarse subastando recuerdos.
Esta segunda vez sé que yo no voy a ser capaz de ver de nuevo a DiCaprio enamorar perdidamente a Rose en ese escenario 3D con el que parece que vamos a salir mojados del cine. Estoy segura de  que no voy a poder ser de nuevo testigo mudo del clasismo más atroz y la estupidez más absoluta que soñó con ser indestructible, ni voy a intentar comprender de nuevo a aquella gente arrogante que cometieron el atrevimiento de querer ganar al mar. Ni siquiera el cine va a mitigar nunca mi sensación de horror y de tristeza.
15 de abril de 1912. Descanse en paz

8 comentarios:

Nuria Lourdes dijo...

Gran entrada, me gustó mucho todo lo que expones.
El TITANIC, gran desembarque, en el primer día de inauguración y también el último, pues se hundió, sin llegar a su destino y lo más triste,con mucha gente.
Es lamentable pensar, que muchas veces, situaciones como éstas, sirvan para lucrar, y aumentar las riquezas de los grandes, lo cual estoy en desacuerdo total.
Un abrazote desde Perú.

Mamen O. dijo...

Gracias Nuria por participar en el café con tus comentarios.

eclipse de luna dijo...

La verdad es que el poder del cine es infinito, desconocia la historia del otro barco...que pena verdad?

Reconozco que cuando vi titanic me emocione.... pero aun me he emocionado mas al saber la historia del otro barco "invisible" para muchos.

Besos.
Mar

Anónimo dijo...

Me ha gustado .A pesar de que me gusta mucho la pelicular es verdad lo a qui expuesto .Pero lamentablemente es así ,esta es la punta del Iceberg

Lola velasco dijo...

Una entrada preciosa y llena de razón. Éste si que es un homenaje de verdad, digo y serio para un acontecimiento serio, y como bien dices, en memoria de la escalofriante cantidad de victimas del otro atroz hundimiento que a penas se sabe porque es menos cinematográfico quizá o porque ¿tenían menos importancia?
Me ha encantado
¡Un beso muy grande!

Mamen O. dijo...

Gracias Mar, Miguel Angel y Lola por vuestros comentarios.
Para que os hagáis una idea, sólo en el Golfo de Cádiz hay documentados (de forma seria) unos 600 naufragios. De ellos hay unos 200 justo en la costa de la ciudad de Cádiz. Esta base de datos se va engrosando a menudo por el trabajo de investigación del Centro de Arqueología Subacuática o por descubrimientos de pescadores, clubes de buceo o por efecto de un dragado.
Cada uno de esos pecios cuenta la historia de una tragedia y van del siglo XV al XX. Es impactante.
Igual un día hago una entradita y os cuento alguna historia curiosa.

MARTA dijo...

Curiosa entrada... Sabes? A mi la verdad esa película la he visto mil veces y me encanta pero mas bien veo la historia de amor... Y claro leyendote como que me he quedado pensando... Es curioso como las cosas se pueden ver de dos formas diferentes... Muackkkkk

Mamen O. dijo...

Te entiendo Marta porque la verdad es que la película está muy bien hecha y se ha empleado mucho dinero en ella, lo que pasa es que ya es un poquito pesado el tema. Hasta en Antena 3 estaban poniendo hoy una película de esas "truestory" como yo las llamo con el Titanic de protagonista.
Gracias por comentar.

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