miércoles, 8 de enero de 2014

Bucear a pulmón

Bueno... Los niños se han ido al "insti", los manteles están planchados, y el sofá ha vuelto a la soledad mañanera necesaria para recuperarse del trato recibido durante este último medio mes.
Hoy, mientras limpiaba con brío los recuerdos que las fechas han dejado en el cristal de la mesa del café, y sonreía recordando los buenos momentos vividos en cada reunión, he llegado a la conclusión de que la Navidad es algo muy parecido a bucear a pulmón. 
Creo que los días veintidós y veintitrés de diciembre son justo el momento del salto. Todo huele a fiesta mientras decoramos el árbol. El tiempo acompaña, sientes la alegría del sol en la cara y vives la emoción de lo que está por llegar. Es el momento de la ilusión, y ella siempre es una buena compañera de viaje.
La Nochebuena y el Año Nuevo lo vives de verdad. Esa es la mejor parte de la inmersión. Llevas los pulmones henchidos de aire y puedes disfrutar del paisaje. Sólo hace falta tener ganas de vivir la vida, para que las anémonas y los peces de colores te contagien el ritmo mágico de la cadencia de las olas.
Lo que pasa es que luego, justo cuando estrenas nueva época,  te das cuenta de que el paseo se termina y no has hecho bien los deberes. Llega el momento de los regalos por comprar, del "qué puedo llevarle para que le guste", del "esto no me vuelve a pasar el año que viene". Entonces es cuando empiezas a sentir que te falta el aire, que tienes que subir ya a la superficie y las aletas no son lo suficientemente grandes.
Todas las Navidades las acabamos así: enfadados, con el estrés de las tareas pendientes y la sensación agónica de saber que es la hora de recoger los adornos y el árbol que ayer ya no encendimos.
En cambio, para mí el día de hoy es como el renacer. Tengo la sensación de haber sacado la cabeza del agua. Veo la casa recogida al fin, huecos donde antes había todo tipo de trastos y sensación de calma y penumbra donde hasta ayer lucían las estrellas con luces celestiales. 
He tomado aire para llenar mil pulmones como los míos. Por este año se acabó la acuática excursión. Me quedo con la belleza infinita del mar, con la alegría de respirar y con una maravillosa sonrisa en los labios.
Espero que hayáis disfrutado del buceo. Bienvenidos a la fascinante percepción de la monotonía y la cotidianidad. 

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué bonito. Siempre haces algo bonito de la normalidad
Feliz año
Mar

Nati Velázquez dijo...

Que bonito sacar siempre la parte positiva de las cosas. Btos

geli dijo...

Pues es cierto que los últimos días falta el aire, pero una vez la cabeza fuera, cuando ya ves que una vez más te has salvado por los pelos, te sientes tan eufórico por todo lo que has logrado hacer en un par de días, que la adrenalina hace que ya empieces a pensar en nuevos proyectos, en nuevos objetivos. A ver si cumplimos algunos. Un besito

Marcos dijo...

Un paralelismo muy acertado. A mi me encanta la Navidad, y como tú, la disfruto intensamente sin respirar, (o sin darme un respiro). Pero que satisfacción acabar la travesía.

Mamen Orcero dijo...

Gracias a todos. Encantadores, como siempre.
Besos

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