Dicen que al perro flaco todo se le vuelven pulgas. Y me parece que éste, como otros muchos refranes, encierra en él una verdad que viene amasada por la experiencia acumulada durante años y años por el pueblo llano, por una parte de la población que no entiende de frases rimbombantes ni análisis complicados, sino que tiene la vista acostumbrada a la tragedia porque son sus huesos maltrechos los que la han sufrido siempre.
Y al perro apaleado en el que se ha convertido este país, ahora han acudido unas pulgas de la peor especie, de las que traen con ellas no sólo la miseria económica o la ruina material, sino la pérdida de vidas humanas que es lo único, como dice otra sabia sentencia, que no tiene solución.
Parece ser que la naturaleza no entiende de malos tiempos, edades ni sentimientos. Un día nos acostamos ajenos, sintiéndonos seguros en nuestras burbujas y a la mañana siguiente o durante la misma madrugada, un torrente de agua y lodo se lleva tus pertenencias, tus sueños o peor aun tu vida.
Este fin de semana las tragedias me han sobrecogido a través de las noticias. Personas muertas, desaparecidas, héroes a los que se ha llevado el agua intentando salvar a otros y desolación, desolación en los rostros de aquellos que siguen vivos pero que han visto perecer bajo el barro de lo inverosímil todo aquello que les costó una vida entera construir con sus manos.
Desde el enorme respeto que me merecen los sentimientos de estos protagonistas en primera persona de una situación que no soy capaz ni siquiera de describir, en cuanto a mi propia conmoción, además de la tristeza y la solidaridad, creo que la más fuerte de las sensaciones es la de la impotencia.
¿Qué puedo hacer -me pregunto- desde la confortabilidad de mi casa, desde el sofá donde lloro, cómodamente sentada, las desgracias ajenas? Dinero, desafortunadamente no tengo para solucionarle la vida a ninguno de los afectados ni para desplazarme allí a echar una mano. Poder ¿qué poder tengo yo para obligar a nada ni a nadie a hacer las cosas bien, a prever de alguna manera que no se puede construir casas en una calle que se llama "Del arroyo", donde nunca pasó nada mientras Andalucía estaba seca como un cactus del desierto?
Impotencia y rabia, tristeza y desolación, eso es lo que siento y lo palpo en latir del corazón a cientos de kilómetros del lugar donde se está mascando la tragedia ¿Qué no estarán sufriendo ellos? ¿Cómo podrán sobreponerse a este golpe duro del destino?
Desde aquí mi más sentido pésame y mis mejores deseos. No puedo hacer nada más que eso.
10 comentarios:
Esto de la gota fría ha afectado a las tierras de Murcia, Málaga y Almería, tierra de la que procedo. Estas tres provincias han aunado entre ellas ocho muertos y algún desaparecido, si no recuerdo mal. Los daños materiales son cuantiosos. No me puedo creer las imágenes de Vera y Mojácar inundadas o las de los daños tan tremendos que ha sufrido la autovía a la altura de mi provincia. ¿Sabes por qué no me los creo? Porque, aunque nuestro clima es muy seco, es bien sabido que por esta zona del mapa somos tendentes a la gota fría, a la lluvia torrencial agresiva. Da igual que llueva cinco veces al año si, cuando lo hace, conlleva desastres... ¿Por qué, si es algo que nos pasa con tanta frecuencia, no se han acondicionado las zonas más vulnerables a estos fenómenos para que los resistan mejor? Más vale prevenir que curar, a la vista están las pruebas.
Un abrazo.
Estoy de acuerdo con tu artículo Mamen.
Los cauces de ríos, arroyos y riveras hace millones de años que están ahí. Luego vino el ser humano que por razones prácticas se fue asentando en sus riberas.
Pero la urbanística actual no ha hecho las necesarias inversiones para canalizar caudales infrecuentes de lluvias desproporcionadas que suelen tener un ciclo muy largo de repetición (40, 70 o 120 años —pongo por ejemplo—). Eso no se aborda porque para una vez, en 60 años, que nos caiga una descomunal lluvia, tendemos a pensar que no es nada rentable acometer esas gigantescas obras.
Desde mi escaso conocimiento de estos fenómenos, es lo que creo que ocurre, pero también se mejoraría mucho la seguridad de las gentes si se racionalizaran unos mejores métodos de detección de tormentas y de información a las poblaciones afectadas.
Saludos,
Así de dura es la vida. No se hace nada porque "para una vez que pasa"...pero cuando pasa, la tragedia de esas personas es infinita y esa familia no lo olvidará durante generaciones. Pues yo digo que "para una vez que pasa" se dan patadas en el culo para intentar que las Olimpiadas se celebren en España a pesar de que eso es un gasto faraónico, para una vez que ocurre, se pretende hasta celebrar Eurovisión (habrá gasto más inútil)...así es la vida (la de los pobres, claro)
Hola bella estoy muy perdida y casi no visito blogs no tengo apenas tiempo, pero sabes que te quiero mucho y quiero que sepas que no te olvido, la entrada pues la triste realidad, me da muchisima pensa el dolor que toda la gente esta pasando una cosa es decirlo y otra muy diferente es vivirlo, le pido a Dios que les ayude y queno pasen mas atrocidades de este tipo. Besitos bombom
Hola Mamen, desde pequeña me dan miedo las tormentas y cada vez que ocurren desgracias de este tipo se me encoge el corazón y se me forma un nudo en la garganta. Opino igual que vosotros, habría que hacer obras para impedir que se vuelva a repetir aunque sea dentro de 20 años, ¡qué importa el dinero cuando se trata de salvar vidas humanas! Pero claro, los que tienen el poder para hacerlo no piensan así. Un beso.
Hay una zona, muy cerquita de mi casa, que se inunda desde siempre, desde que recuerdo. Son casitas bajas, una parte del pueblo que en principio era marginal y del extrarradio y que poco a poco ha sido engullida por urbanizaciones nuevas. Ellos están pegados a la marisma y ese terreno es sumamente inundable. Desde que vivo aquí, en la parte segura, en la parte nueva he visto inundarse esas casitas casi cada invierno y durante todo ese tiempo, nunca han acabado de darle una solución a pesar de que han pasado desde que estoy aquí 19 años y varias corporaciones municipales de diverso signo.
¡Hola, Mamen! Muy bueno tu artículo, con el cual coincido plenamente.
Todos sentimos que ocurran estas desgracias, más aún si además de daños materiales se llevan vidas por delante.
Pero es que en este país nadie pide responsabilidades. Uno compra un apartamento o una casa en un lugar de encanto creyendo que los promotores han realizado estudios y las autoridades han concedido permisos tras haber comprobado que todas las cosas están en regla. Lamentablemente, lo único que les interesa es el dinero que cobran las arcas municipales por cada urbanización. Conozco un caso: Agua Amarga, en Almería, que está edificado entre dos montañas. Los viejos del lugar me dijeron que en los años 60 una gran tormenta convirtió el valle en un torrente que arrasó las diez o doce casas de los pesacadores, y que pronto o tarde se repetirá el desatres.Y ahora en Agua Amarga no son cuatro casas las que hay, sino una gran urbanización de apartamentos, chalés y hoteles.
Del mismo modo en muchas ciudades han edificado sobre arroyos, como en Écija, donde había un arroyo seco que en invierno recogía las aguas de la montaña y el desbordamiento del río. Pusieron una tubería y rellenaron de hormigón el arroyo para construi viviendas. Ahora, cada vez que viene un temporal fuerte, culaquier tronco tapona la tubería y Écija se inunda.¿Qué hacer con los edificios que han construido encima? Y lo peor que no pasa nada, nadie da la cara ni nadie va a la cárcel.
Bueno Mamen, como puedes ver, vengo cargado de pilas y me enrrollo una barbaridad. Un beso.
Bienvenido de nuevo Juan.
Como tú dices aquí nadie exige responsabilidades. Se supone que tenemos un entramado administrativo que nos cuesta carísimo, lleno de cabezas pensantes a las que pagamos buenos sueldos, en cambio cuando ocurren las cosas, se le dice tranquilamente al ciudadano ¡para qué pediste un préstamo! ¡para qué te fuiste a vivir a esa casa!
En esto como en todo pienso que es la Administración, el Estado el que debe velar por unos ciudadanos que no tienen por qué entender de macroeconomía o de urbanismo. Pues nadie le va a decir al asesor que no asesoró que no hizo bien su trabajo...esto es lo que hay y lo que a mí me indigna.
Lo que parece claro es que las desgracias de este tipo se acumulan, y da la sensación de que hay más que nunca. En estos últimos años, están ocurriendo catástrofes sin cesar, una tras otra, y todo son comentarios como estos: ¡Hace 70 años que no ocurría una catástrofe así! ¡Hacía 80 años que esto no pasaba! ¡Desde los cincuenta que no se había visto algo semejante! Y digo yo... ¡qué casualidad que ahora todo ocurra a la vez! A mí me mosquea, la verdad...
¿Te mosquea? Cuenta, cuenta...ja,ja.
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